El título de la entrada es un poco extraño, pero en realidad voy a escribir unas cosas sobre un e-mail que me llegó el otro día.
Este e-mail, en un principio, me pareció uno de esos escritos alarmistas que buscan cualquier resquicio de probabilidad, por baja que sea, para decir proclamar al mundo los resultados de una investigación (muy parcial, por cierto) sobre cómo las grandes empresas, los gobiernos y todos aquellos que deberían velar por nuestra salud, se saltan las normas a la torera. Con eso, estoy bastante de acuerdo, si no, hubiese dejado de leer por tendencioso.
El asunto es que la Coca-Cola Zero, incluye supuestamente (no he mirado ninguna lata) un aditivo artificial llamado "ciclamato" (
E952), un edulcorante que no engorda y que es hasta cincuenta veces más dulce que otros aditivos del mismo tipo. Como decía el e-mail, efectivamente está prohibido su uso en Estados Unidos según regulaciones de la
FDA. Sin embargo, este ingrediente está avalado por otras muchas instituciones, como la
FAO o la
OMS.
Este dato es lo que me hace desconfiar del e-mail porque, aunque estoy completamente de acuerdo en que nos meten productos nocivos en el cuerpo sin que nos enteremos y, probablemente, sin que ellos lo sepan tampoco, que dé solamente información en contra y no refleje los dos lados de esa realidad me hace desconfiar y le quita mucho peso.
Decía en el e-mail que el ciclamato de sodio lo utiliza Coca-Cola en los países del tercer mundo, que no dicen ni pío; resulta, sin embargo, que su uso es regular en gran cantidad de países y hay recomendaciones acerca de la cantidad diaria recomendada y segura. Según el enlace a la Wikipedia que he dado antes, sería seguro ingerir once miligramos de ciclamato por cada kilo de peso corporal y día. Si peso 75 kilos, entonces podría tomar 825 miligramos de ciclamato al día. La Coca-Cola Zero, dice el e-mail, contiene esto:
"
Mientras que la ZERO tiene *Ciclamato de Sodio ** (27mg%), Acesulfame K (15mg%) y Aspartamo (12 mg%)* haciéndola más dulce que la otra [la Light]
(en total 54mg/100% de bebida)."
Como no entiendo muy bien qué tipo de unidades utiliza el abogado que ha redactado el e-mail, le he preguntado a mi hermano, que es biólogo y está acostumbrado a eso, y me ha dicho lo que pensaba: que tendría que poner "27 mg./100 ml." (27 miligramos de aditivo por cada 100 mililitros de bebida) y que si hay unidades, no es porcentual.
Esto lo digo porque he intentado hacer los cálculo de cuántas latas de bebida podría tomar en un día sin tener riesgo de cáncer. Repito que no dudo de las propiedades nocivas del ciclamato, pero es que así no me puedo fiar tampoco del e-mail. No se puede calcular bien, vamos, pero suponiendo que fuesen 27 mg. de E-952 por cada 100 mililitros de bebida, (89,1 mg/lata) una persona de 75 kilos podría tomar unas 9 latas de refresco (825/89,1=9,25). Si está bien interpretado.
En conclusión, no me fío de lo que dice el texto que me ha llegado, pero tampoco desconfío del todo. La sensación, al final, es la que siempre tengo cuando me entero de cosas así: que depende de quién te lo cuente, de dónde lo leas o de lo que quieras pensar.
Europa ha sido productor de alimentos transgénicos,, por ejemplo, y está demostrado que tienen efectos muy perjudiciales en la salud, tanto de personas como de animales; pero se han utilizado durante mucho tiempo sin problemas (sin problemas legales, digo). La razón era que las plantas con la genética modificada eran mucho más resistentes a pesticidas y plagas, además, producen muchísimo más; esto se traduce en menos dinero invertido y más ganado. En eso estoy de acuerdo con el abogado del e-mail: todo funciona por dinero.
Y, después de leer esto, cada uno que mire e investigue un poco por ahí para tomar sus decisiones. Yo, por si acaso, no tomaré esa bebida. De todas formas, a saber qué es lo que le damos a nuestro organismo al tomar otros muchos alimentos que llevan gran cantidad de ingredientes que no son más que letras y numeritos.
Intentemos lo que intentemos, tomando o dejando de tomar ciertas cosas, yo tengo la impresión (y no creo que sólo sea eso) de que la única forma de saber que no nos provocamos ningún daño de este tipo sería tener una huerta en casa y cultivar nuestros propias verduras y hortalizas, criar algunos animales de granja y, en definitiva, vivir aislados de la sociedad actual.
Sea como sea, cada vez estoy más convencido de que lo único que queda es esperar a ver lo que sucede y cómo aparecen más enfermedades nuevas y tan destructivas como el cáncer. El precio de una evolución descontrolada y antinatural (no sostenible, que es como lo llaman) lo pagamos de muchas formas, no sólo con contaminación, lluvias ácidas, extinción de especies y desastres naturales.