jueves, 29 de diciembre de 2011

AHORA

"Más tarde o más temprano, todo acaba. Los momentos inesperados y eternos se reducen ante la mirada del adiós, como cantaba la canción, y descienden lentamente del vuelo de imaginación que los mantenía vivos. Poco a poco llegan al suelo y allí arraigan en deseos fervientes que crecen sin razón, con ojos ciegos y el corazón lleno, esperando solamente acariciar el recuerdo de una felicidad efímera, pero tan satisfactoria... Poco a poco se convierten en las imágenes más preciadas de la memoria, tan cálidas, tan amargas, tan dulces, tan lejanas, tan de todo que no sé vivir sin ellas, vivir sin más.


Y, ahora que el sueño se llena de la luz del día siguiente, que se diluye y se desliza piel abajo hasta huir por completo de mí, ahora que no hablo con nadie por las noches, que nadie me despierta al alba, ahora que el aire ya no es aire, que el sol no me ilumina y que el agua no me calma la sed, ahora que busco tantas miradas... Ahora resulta que el ahora, por el momento, no significa nada."



sábado, 12 de noviembre de 2011

POR DECIR

"Las palabras encerradas vuelan perdidas por un mundo interior caótico y desordenado. Ciegas, tropiezan con sangre y con músculo y anidan entre piel y carne, arraigando en lo más hondo. Desesperadas, se encienden en llamas y enloquecen de rabia por no poder salir; lloran, gritan, se revuelen y hieren y destrozan la cordura, el equilibrio, e inundan el paisaje en un mar de llanto y de silencio, de ausencia y soledad.

Las palabras que se encierran, si nacen sinceras, se marchitan en el vientre y no llegan a ver la luz, dejando de ser en la más absoluta tristeza; tristeza por no existir realmente, tristeza por su importancia. Pero, en su muerte, no se van solas, que dejan plagado el recuerdo de negras manchas de heridas fatales. Inertes pero en el recuerdo, sus cuerpos despiden el calor de mil sentimientos.

Las palabras, aunque no las diga, se quedan grabadas en la piel, en la voz, en la mirada y verás, en su momento, que todo, absolutamente todo lo que necesitas está tan lejos, pero siempre tan cerca, tan en silencio aunque no quiera, esperando solamente una palabra."

martes, 8 de noviembre de 2011

CAMBIÓ EL VIENTO

Ha cambiado el viento y llega a mí
cargado de fuego, hambre y sequedad
que cuartea lentamente mis palabras,
que me impide ver dos palmos más allá de
la piel, incinerada, que se pierde ennegrecida
en el vacío que acaba de quedar.

Desprovistos de cubierta o de alguna protección,

mi interior se desparrama en sentimientos
que se pierden con el viento incesante
y me dejan vacío por dentro... tan vacío
que se me olvidan por completo los instantes
en que no he sido nadie más que yo.

Pero, aunque todo sean ahora ruinas abrasadas y
tan ausentes y en el más absoluto silencio,
yo renaceré de esas cenizas muertas
para volver a ser quien siempre he sido,
para convertirme en lo que debo ser,
para ser mejor que nadie más que yo mismo.

viernes, 28 de octubre de 2011

HOJAS

Pasa el verano con horas lentas,
cadenciosas, cálidas, alegres y relajadas;
pero pasa.

Dejamos en el tiempo lo vivido,
guardado en un lugar importante, sagrado,
pero escondido.

Llega el otoño con su luz huidiza
y con sus hojas que añoran el recuerdo 
de la vida perdida.

Cerramos los ojos y nos concentramos
en dejar lo ocurrido en su propio lugar:
el pasado.

Pero en el fondo, en lo más profundo,
el verano sucederá de nuevo al otoño, inacabable,
y el momento olvidado, dado por perdido,
seguirá brillanzo con luz propia por ser ese momento, ese instante,
que fue solamente tuyo... y fue solamente mío.

jueves, 22 de septiembre de 2011

UN MAR EN CALMA

¿Sabes quién soy?

Un muro de blancura densa, impenetrable y ruidosa se alzaba entre la pregunta —perdida en interferencias— y los ojos fijos en algún punto del aire, cuya mirada atravesaba todo aquello con que se encontraba. En el silencio de un mar de ideas y pensamientos tan movido en otros tiempos, el aire cesó en su empuje y ya sólo quedaba como resultado un mar casi helado, un mar en completa calma. Una ola de las pocas que aún vivían arrastró una breve afirmación como respuesta: un "sí" tan por decirlo, que escondía no entender nada.

Sí.

Y los ojos, distraídos, parecieron buscar respuesta, arrastrando las ya diminutas pupilas de una mota de polvo a otra. Al no encontrar la relación, la memoria se colapsa y los ojos se detienen sumidos en otro tiempo. Navegar en un mar tan parado, tan de aceite correoso y de espesura infinita... Ni un soplo que se mueva. Y en esta mota, ¿qué dice? 

Sí, claro, eres Clara.

—No, mamá, yo no soy Clara.

La negación, como un torrente agresivo y seco, agita hasta el último rincón de la memoria. Los ojos, despavoridos, afectados de una confusión repentina, huyen a lo loco a otro momento, a otra mota de polvo. Repasando toda la vida, la poca que no ha sido borrada por esa mancha implacable, no es posible encontrar nada. La oscuridad se escampa en el cielo que cubre ese mar tan en calma y, sin luces, sin el fuego que alumbraba lo que un día nos hizo felices, las lágrimas brotan despacio de unos ojos que no ven nada. Una tristeza tan espesa como el mar se pega a la piel y resbala sin saber siquiera quién es quién.

—No —repite la voz—... no soy Clara.

Y más lágrimas de la otra parte por echar tanto de menos a quién todavía no se ha ido. Tantas respuestas sin pregunta, tantas preguntas contra un muro... Justo enfrente, los ojos siguen perdidos sin reconocer a quien no es Clara.

De repente, tras un fugaz parpadeo, el añil oscurecido que hacía un tiempo teñía los ojos, marrones en otro momento, se diluye y desaparece. Las pupilas, como vueltas de un largo sueño, se dilatan a la luz de las ideas, de una chispa casual e inesperada. Sonríen como lo solían hacer antes, despiertas y centradas, alegres de seguir reconociendo.

La luz, por un instante, se hace dueña del mar inerte, desgarra la negrura y calienta cada pensamiento, que se elevan fugaces en el aire, mecidos por una agradable brisa; ¡Por fin, algo de viento! Poco a poco llegan las olas, cansadas de tanto olvido, y se posan en una orilla.

No, hija, no eres Clara.

Poco a poco, la blancura vuelve a empañar la mirada.

miércoles, 27 de julio de 2011

PARA NUNCA ACABAR

"Tumbado en la costumbre de la soledad, giro la cabeza y, a la izquierda: un deseo. Surgido del destello de una casualidad, el tiempo, tan largo, tan distante, se acorta y se acelera; consigue la brevedad de lo más intenso y en un fugaz segundo, recuerdos encerrados bajo las llaves más queridas afloran como nuevos, como auténticas fotografías con los colores más intensos. Y ese olor... ese breve incienso de la imaginación que se concreta en un suspiro, que alcanza el alma de lo tan querido tan en secreto. No hay miradas suficientes para tantas sonrisas.

Entre roces que no significan nada, pero que quieren decir lo que se piensa, lo que se dijo, lo que se esperaba, el aire empieza a desaparecer, que no hace falta. Separados por un siglo de esperanza y sueños, de olvidos que siempre vuelven cuando menos me lo espero, se acercan lentamente dos momentos de la misma vida extraña que se revela en caprichosos encuentros, en cruces de casualidad y deseo. La oscuridad nace en secreto y suavemente lo envuelve todo, sumido por un instante en un agradable silencio.

La imposibilidad que no moría se desvanece deslumbrada por la sorpresa de lo nuevo, aunque conocido. Lágrimas que no salen para no molestar a la vista, pero no lágrimas pesadas y tristes, sino lágrimas de alegría. El corazón, acompañando, acorta el tiempo entre sus latidos; los ojos, tan concentrados, sonríen para sus adentros y adiós a tanta noche oscura para ver llegar el día que acompaña estos tres momentos: el primero, el excitante y el auténtico. Como un suspiro que empezó la cosa; como un suspiro se esfuma, pero como un suspiro lento, como si no supiera del tiempo que se agota y siempre comenzara un minuto nuevo... para nunca acabar."

sábado, 2 de julio de 2011

RAICES NEGRAS

Las raíces negras de la sociedad podrida se extienden a sus anchas e inundan el terreno, ahogando sin remedio toda vida ajena. Infeliz, la semilla de la esencia se deshidrata ante un sol que no calienta, que abrasa la piel y enciende el interior en llamas de una rabia impotente difícil de esquivar. El aire, ahogado por estas raíces sin fruto, se seca y arde. Y el musgo, negruzco y retorcido, que no para de crecer... Edificios enterrados en olvido reciente luchan por no desaparecer del recuerdo de algunos, que añorando otros tiempos llenos de vida, llenos de gente, recelan de los nuevos cambios, del fuego del asfalto y del olor a soledad. Y éstos, pobres víctimas de una sociedad de raíces negras y podridas, sucumben al peso de la nada, de la ausencia, del no tener con quién hablar por el ritmo de una vida demasiado rápida, demasiado extraña, demasiado larga, si se ha de mirar. 

—Hola, ¿te importa si fumo?
—No, no, para nada.

Con un gesto de indiferencia, un hombre canoso, con una barriga importante y un cansancio con el que no podía más, se sentó en el banco, junto a mi. Sacó el cigarrillo, el motivo de la pregunta, y lo encendió tan rápido que al guardar el mechero ya faltaban tres caladas. Fumar, por fumar, o por no saber qué hacer. Al fin y al cabo, la calle es la calle, y hay tanta gente como personas con las que no puedes hablar. 

—Tengo un dolor de pies que no lo soporto ya... todo el día llevo dando vueltas por ahí —el cigarrillo volvió a menguar—. Tú no sabrás de una pensión por aquí, ¿verdad?
—Sí, aquí hay una a la vuelta de la esquina...
—No, pero ahí es donde vivo y me cobran casi mil euros al mes, y no puedo permitirme eso.

El hombre, que aparentaba tener no menos de setenta años, llevaba una pequeña carpeta transparente en la mano, del tipo de las utilizadas, en muchas ocasiones, para ir en busca de trabajo. Parecía de fuera, aunque por el acento era imposible de concretar; quizá de algún lugar cercano. Salía del bar que teníamos a nuestras espaldas y su forma de hablar daba ciertas pistas de qué podría haber bebido durante la cena. Palabras borrosas y dudas que, poco a poco, se fueron disipando, en contra de lo esperado.

—Las pensiones están ya prácticamente desaparecidas.
—Está difícil encontrar un sitio donde estar —contestó—. Yo he estado en muchos sitios, nunca me he parado en ninguno a estar mucho tiempo. Me he movido de aquí para allá... Aunque estudié en su momento; tengo dos carreras —el cigarro llegaba al límite con el filtro, pero seguía firme entre los dedos del hombre mientras hablaba con la mirada fija en los adoquines del pedazo de suelo que tenía delante—. Estuve en muchas residencias cuando era joven, y en colegios mayores. Viví una temporada en Galicia, que me encanta; concretamente, en Arousa, y aquello es increíble. Luego también estuve en Zaragoza y en Cádiz y en Madrid. Y tántos sitios... 

Entre pausa y pausa, los gestos del hombre se hacían más patentes, más sentidos, más cargados de infelicidad. Y la mirada, cada vez, más abajo, salvo breves vistazos para explicarme algún detalle de una vida que bien podría considerarse un viaje por España.

—Y, ahora, con setenta y cinco años, me encuentro sólo y sin ningún sitio a dónde ir. Tenía un piso que malvendí. Me dijeron que no lo vendiera por menos de tres y lo vendí por dos —acompañó la frase levantando ligeramente los hombros y cambiando el gesto de la cara—. Y he estado con una rumana, con moros, con turcos, con gentes de todos lados. Pero yo soy mayor ya y no me fío, que me han robado y ha habido cosas y no me fío ya... Yo prefiero una pensión, donde haya gente viviendo y siempre esté uno u otro, que no me de miedo porque si me caigo en la ducha, grito, y luego le invito a unas cervezas o a cenar. A mi me da miedo ya, porque soy mayor y estoy solo. Y no sé a dónde ir.

El cigarrillo había terminado, pero el hombre seguía sentado, manteniendo una conversación que, con la confianza de tener simplemente alguien escuchando, parecía descargar días de cansancio, de malestar, de ausencia de algo importante y de alivio. Sentado al lado, la realidad pareció cambiar. Sumidos en un mundo en que se desprecia todo lo que de verdad es importante en pro de un invento nefasto que ha degradado el mundo, la ignorancia y la estupidez, el descaro y las malas intenciones reinaban en una sociedad que ahogaba hasta no poder respirar.

—Fui a una residencia que había monjas —siguió—, y un día me vino una monja así, de uno ochenta y cinco y me dice: "Las medicinas que has traído son una mierda", y yo es la primera vez que oía a una monja decir esa palabra. Yo le dije que eran las que me había dado el médico de cabecera, pero me dijo otra vez que eran una mierda y que mi ropa interior también era una mierda. Y eran calzoncillos nuevos, que había comprado en el mercadillo de mi pueblo y los había lavado, porque la gente los manosea, y los había tendido en una cuerda. Y decía que eran una mierda."Mira, te echo. Te doy un mes y no hace falta ni que me pagues." Y me tuve que ir de allí, aunque me habían desparecido tres maletas y les había dado cajas de libros para la biblioteca. Y de eso hace veinte días, que he estado viviendo ahí —y señaló en dirección al hostal de la esquina, en el que se quedaba.

—Mira —continuó tras pensar un momento—, yo hoy me he levantado y he salido y he desayunado solo. He comido solo y he cenado ahora solo. Y ahora me voy a un pasillo a dormir ahí al fondo... solo.

En ese momento, algo cambió en el aire que me rodeaba, que se hizo muchísimo más denso y asfixiante. Así, también cambió el tono de voz del hombre que, con una indiferencia total hacia lo que decía, impregnaba a sus palabras de un cariz tétrico, oscuro y desesperado. Aceptaba la solución porque no veía otra forma de salir. No podía hacer nada, nada en absoluto aparecía ante sus ojos.

—Yo creo que tendría que suicidarme...
—No hombre...
—...pero ahí me han dado un piso muy bajito y no puedo hacerlo.

Y este chiste macabro, de una realidad asombrosa, consumió lo que quedaba de conversación con la colilla del cigarro que aterrizo en los adoquines. Había acabado el tiempo de la charla, tan breve como intensa, y era hora de ir a dormir. Quizá dormir por no pensar, quizá dormir por hacer algo, como fumar. Con un breve "adiós", desapareció en dirección al hostal. Yo, mudo y perplejo, no supe si levantarme del banco o quedarme allí; tantas ideas me venían al mismo tiempo, todas gritando injusticias, valores perdidos, suciedad y deshumanización, acabaron silenciadas por el estupor. 

Las raíces negras de la sociedad han estrangulado y estrangulan, y así continuarán destrozando todo intento de ser, de simple ser. La tierra, empobrecida por tanto aprovechar y tan poco devolver, enfermará y arrasará con todo lo que encuentre. A su paso, mucho me temo, solamente encontrará almas negras y podridas, restos de seres extraños, inhumanos, desprovistos de todo sentimiento salvo uno, aquel que le obligue a querer más y más. Tragará esta negrura tanta mierda que ya no es algo de temer, sino casi de anhelar, porque hay tanta gente que no puede llamarse de otra forma, tanto imbécil que no merece ni vivir por no dejar de matar, bien escondido de cualquier ojo, no le vayan a acusar. En una sociedad de raíces negras, algo diferente parece muchas veces demasiado soñar.

sábado, 4 de junio de 2011

EL MURO

La mirada se alza imponente y un muro detiene su camino
justo cuando el aire se enrarece.
Como soles danzando en la locura de una vida antigua,
los recuerdos abren los ojos y emergen
de una memoria sin rumbo, de un letargo estancado,
del fondo más oscuro de todo lo que ya fue olvidado.

Descontrol y sentidos ciegos derrumban la resistencia;
se suceden entonces los pasos que alejan la mirada del muro,
hacen que el tiempo corra más despacio y,
 poco a poco, se aleja la imagen de lo que pudo ser, y sólo pudo.

domingo, 22 de mayo de 2011

SÍMBOLOS

"La vida se rige por patrones curiosos. Los acontecimientos se suceden inexorablemente sometidos al capricho de un tiempo que, amnésico perdido, olvida los orígenes de un todo que ha quedado diulído en una espesura densa e inerte. Del origen, solamente quedan leves consecuencias. Las costumbres, el conocimiento, las esperanzas, los sentimientos, todo cambia en un suspiro y bajo aquellas arenas del tiempo queda lo ya aprendido, enterrado en el desprecio de lo atrasado.

Sin embargo, siempre queda la memoria colectiva que sí recuerda lo que ya sabía, que espera por descubrir lo que ya conoce, esa memoria que muestra la rectitud del camino, con todas sus curvas inevitables. Queda para quien busca un conocimiento escondido, de todo lo que fue y dejó de existir para casi todos, perdido en leyendas y conservado en cuentos.

Siempre quedan miradas de alto rango, que recuerdan que lo que se ve no es nada si no se sabe lo qué se mira. Siempre queda la costumbre bordada en el alma de quienes, por mucho cerebro, no abandonan la senda marcada en lo más profundo, en cada recodo, en cada mirada, regida por algo extraño que no se comprende y que apenas se trata.

Por esa, entre otras razones, los símbolos siguen existiendo para quien los sabe reconocer."

 Fernando De La Rúa recibe el baston de mando de manos de Carlos Saúl Menem. 
(10-12-99)

sábado, 21 de mayo de 2011

MERIENDA DIMINUTA

No poca gente sabe que las hormigas, enter otras habilidades, suelen dedicarse a pastorear pulgones. Estos bichitos expulsan un líquido que les encanta a las hormigas y estas los cuidan y los mantienen a salvo en sus plantas. Hasta ahora pensaba simplemente que era un caso de cooperación, de dos que pueden favorecerse mutuamente. 

Sin embargo, viendo comportarse al pulgón que sale en esta fotografía (el bichito amarillo que el otro tiene entre sus patas), me doy cuenta de que, además de lo de cooperar, es que el pulgón es tonto. Apareció lentamente por detrás de este otro bicho más grande —que ahora no recuerdo cómo me han dicho que se llama— y se dedicó a pasear por detrás de él, dándole tienpo de girar la cabeza, verlo y cogerlo para comérselo entero; no sobró nada absolutamente.Tengo una secuencia de fotos de eso, pero no todas se ven bien, así que pongo esta aquí.


domingo, 15 de mayo de 2011

MINI SALTAMONTES

Entre las "malas hierbas" hay muchas cosas interesantes...

domingo, 8 de mayo de 2011

(...)

"Me voy a callar todo lo que te quiero decir esta noche, tanto por seguir siendo yo como por negarte el placer de las palabras vacías acostumbradas. Aunque, si algo he podido rescatar y sentir como propio, es que de mi boca nunca sale algo carente de sentido y de, además, otro significado. Perdido, ausente o encerrado, acaba finalmente mezclado en el humo, volando inerte en el aire que no respiras y muriendo ignorado. Y para flores, ya existen aquellos que no sienten ni muestran, que callan o defraudan, aquellos que llegan alto en la vida hasta que todo queda derrumbado una buena mañana; flores yermas que despojan de virtud a las cosas más sagradas. 

Y yo —que por no estar, ni te respiro— dejo pasar el incienso del deseo que, con mis intentos, se deshace en el aire, inundándome por completo el pecho."



viernes, 8 de abril de 2011

DE AQUELLAS HORAS

"Llega la tristeza y, con ella, mareas rojas, espesuras insondables y vacíos de pensamiento. Llega la oscuridad entre nubes de ideas vagas, de pereza y desazón que se cuelan por las rendijas entreabiertas de mi ventana. Sucumbe el tiempo a la desidia y se apelmaza, impotente ante la parálisis, asustado, perdido y medio muerto. Sube la temperatura y se vicia el aire y no respiro por miedo a romper en mil pedazos lo que sólo queda ya: mis recuerdos. La realidad se comprime y eleva la presión que siento en cada partícula que me rodea. La auténtica verdad se camufla esperando dormir, salvarse así de la quema de todo lo que ha sido en vida, de todo lo que guardo en mi cabeza. Nervios crispados y descargas de ira indomable proyectada en golpes a la pared entre sueños que se mueven entre lágrimas; y, al despertar, la nada o el todo, según se mire; por nada, lo importante, mas por todo: la nada.

Y de aquellas horas: dolor y millones de palabras que guardan el fiel recuerdo de una noche ya pasada. 

Pero hoy, que brilla el sol, que sopla el viento, que me esperan con sonrisas y acompañan más miradas, hoy no es día para nubes negras, de horas bajas. Hoy, como de ahora en adelante y cada día, nacerá una persona distinta, inesperada, rehecha de algún pedazo recogido y bien guardado de lo que hubo sido en una vida pasada. Hoy, que se renueva el mundo, me dejo a la manía y a aprovechar cada momento; a respirar a pumón lleno, que no recuerdo cuándo lo hice por última vez.

Y a empezar, que se hace tarde."

martes, 5 de abril de 2011

MOMENTOS

Del sueño más profundo a la luz de un día cualquiera y encontrar de repente, donde nadie lo había dejado, un mundo. Abrir los ojos y dejar callado el pensamiento; la impresión corta el aliento de este nuevo despertar. Y girarse y ver unos ojos al lado que te miran diferentes, fijos y atentos, no se pierdan una señal. Respirar en el aire los olores de los recuerdos más guardados, más secretos, de esos que ni uno sabe encontrar. Sonreír por la mirada y sentir que ese es el sitio, que es allí donde quieres estar.

Sonreír, al fin y al cabo, por tener momentos así.

miércoles, 23 de marzo de 2011

SI EXISTIERAS

"De nuevo nos encontramos en medio de esta confusión: yo, en mi propio mundo y tú, en mi imaginación. Cada vez que rescato una de las frases que no he dicho, cuando la saco de los recuerdos del pensamiento, se seca, marchita ante la imposibilidad de conocerte al fin. Salen con prisa y dejan atrás mis labios que, como de costumbre, están algo resecos y cortados por el frío de esta habitación. Y todo por tu falta de existencia; aunque puede que esto sea una exageración ya que, aunque mis manos no sepan del tacto de tu piel, seguro que vives escondida cerca en un rincón. Pero escondida, y yo que no salgo del mío... cada vez aguanto con menos humor esta situación.

Quisiera, ahora que hago el esfuerzo y recreo los recuerdos de todos los momentos que no he vivido, decirte que los nervios se me crispan y hasta se me corta la voz cuando intento que en mis palabras estés tú; que ya nunca lloro por lo inútil del momento, que, si eso, prefiero ahogar mis ansias en alcohol; que las glorias no son glorias si no hay quien las consiga y, por el momento, me parece que ése no soy yo. Tantas son las cosas que me gustaría decirte, que me vienen a la cabeza y se esfuman dejando un corazón iluminado por la breve luz de una sensación que se amontonan impacientes. Al minuto, de vuelta a la oscuridad.

Y por costumbre voy a frenar todas esas palabras que suenan ridículas —todas esas de las que tú eres inspiración— por cansancio del sentimiento de saber que existes, sin estar aún en tu mundo yo. Permitiré que escapen éstas, que no llegarán a tus oídos, sin que una sola más salga para que no me tomen por loco, por no interesarme nada realmente si no es a tu lado, por decir todo lo que pienso sobre alguien que, si existe, sigue escondida en un rincón."

domingo, 20 de febrero de 2011

POR INTENTAR

Intentaría dibujar sensaciones si supiese 
para explicar miradas que nunca se han compartido 
y escribir el diario de lo que nunca pudo ser
por molestar en medio tanto mundo. 

Intentaría que la nada que existió 
hubiese quedado en algo 
y que las voces telefónicas 
por fin se hubiesen encontrado. 

Intentaría, por intentar, 
que todo fuese distinto: 
ni yo ser un recuerdo tuyo,
ni tú un reflejo de los míos. 

Pero no lo intentaré;
seguiré dejando al azar que siga su camino
ya que ha traído estos días tus palabras...
ya que, de una manera extraña, hoy me siento vivo.

sábado, 12 de febrero de 2011

VUELVEN


"Con el frío persistente y calado de los huesos desnudos, despedimos el invierno en busca de la luz. Arrancamos raíces olvidadas y tenidas por ya muertas para convertirlas en los cabellos de la vida misma; que rebroten, que se rehagan, que se impongan a la muerte creciendo más y más. Regresamos con los dientes apretados por tanto tiempo de letargo y los ojos fijos en un sólo despertar.

La luz tenue que dejamos atrás se convierte, contemplada desde la distancia, en total oscuridad y confusión, en algo inconcebible que, por suerte, podremos recordar para no volver hasta otro invierno. Pero ahora todas las puertas se abren a nuestro paso y sonreímos al pasar. De tanta oportunidad muerta ha surgido la decisión de no fallar, ignorando los contratiempos. De aquel tiempo oscuro queda el temple, la calma y la reflexión, pero ha llegado el momento de la locura y la expresión, de la energía y de la luz del sol.

Somos y seremos siempre, pero todo a su momento. Ruinas escondidas en rincones profundos, dormidas más que derruidas; esperando más que acabadas. Que no llegue la luz y nos sumamos en las tinieblas, que las devoraremos segundo a segundo hasta exprimir de ellas la última gota de conocimiento.

Que venga la muerte y nos guarde un tiempo en lo más hondo de la tristeza, que haremos brillar la luz que rompa en mil pedazos la noche del alma, quiera o no quiera."