miércoles, 20 de febrero de 2013

INVIERNO

"Llegó el viento frío y el mundo se congeló. Con la tenue luz difuminada del invierno, el hielo pobló la tierra y absolutamente todo quedó convertido en un cristal helado. Los pocos brillos que traspasaban las nubes llegaban moribundos y se deshacían en reflejos al tocar el suelo. La vida alrededor había desaparecido, sepultada bajo la quietud del silencio y el frío del olvido. La muerte, una vez más, llenó cada rincón y todas las ciudades de la fina pero inevitable escarcha que adormece la luz de los pensamientos.

El único habitante del mundo desesperó al ver el temible letargo del tiempo que acontecía. La llegada de la nada, del no ser, del nadie más. Enloquecido por la perspectiva de soledad, acarició cada palmo de suelo en un intento inútil y ansioso de evitar la muerte de su hogar último y único. Con ojos desorbitados y una expresión de terror, el alma se contrajo y cerró los ojos. Todo había vuelto a desaparecer. Una vez más, nada en su mundo existía ya. Estaba sola.

En un impulso de ira, de frustración y rabia ante la situación repetida, el habitante de la vida renegó de la existencia de todo excepto de él mismo. Con decisión, comenzó a mirar hacia adentro; si el mundo era ahora la soledad de un cristal precioso pero inservible, haría que lo que él llevaba dentro se incendiase con el brillo de mil soles, que creciesen en su interior las selvas más frondosas, los cielos más dorados, las ciudades más majestuosas y un sinfín de vida, de vida que vibrase de verdad. Haría que todas las realidades de la imaginación conviviesen al mismo tiempo y se mezclasen todos los sentimientos posibles en uno solo, que la belleza del mundo exterior fuese un simple reflejo de lo que llevaba dentro.

Y, poco a poco, llegó la primavera. El mundo exterior deshizo los hielos del letargo y el tiempo volvió en sí; volvió la luz, el aire, la vida, el color. El alma abrió los ojos y vio entonces su realidad devuelta. Había pasado un invierno de desolación, muerte y ansias; ahora despertaba a un mundo renovado. En ese instante fue consciente: la muerte del invierno volvería a aparecer de modo inevitable. Sin embargo, la recibiría cambiada, sabiendo que cuando todo muere, es el momento de esperar que florezca otro mundo en algún rincón oscuro de lo más interior."

sábado, 16 de febrero de 2013

TE PUEDO ESCRIBIR

"Ahora te puedo escribir. Siempre es en los mismos momentos cuando imagino tu nombre. Siempre, aunque no llegues, imaginaré los recuerdos que nunca hemos tenido y los iluminaré de ti, de tu esencia, de tu no existir. Inventaré tu nombre una vez más hasta que pueda ver por fin tu piel reflejada en él. Y tu voz... esa voz que nunca ha sonado, tan dulce, tan tranquilizadora... Pero es que ahora puedo escribirte.

No estaré en ninguno de tus pensamientos. Bueno o malo, todo lo que viene, se va; y lo que no, se pierde en el viento. Tu mirada, de alcance tan lejano, traspasará mis huesos y mi carne y quedará el vergel disfrazado de desierto. Hoy te puedo escribir y deshacer el millar de escenas, el tacto, los colores, el té, las velas... y todo esfumarse en los humos de este incienso.

Hoy te puedo decir, y esto no es algo nuevo, sobre la profundidad de tus ojos, sobre el mar de pensamientos que navegan sin opción por el recuerdo inalcanzado de las líneas de tu pelo. Y, sí, hoy te puedo decir, pero no seré sincero porque no escucharás mi voz y todo esto te parecerá un lamento de quien no vale la pena, de quien no sabe iniciar o seguir un juego. Pero yo seguiré detrás, perdido en un mundo que no es para uno sólo, que se ilumina y se oscurece con el "es por ti" y el "no te quiero", que se inventa realidades en que no ser es lo mejor posible y en que sin ese ser mismo se hunde todo sin remedio.

Hoy te puedo escribir y serías perfecta: reflejada en un papel con mis palabras, con mis letras, una a una encadenadas en las curvas de tu pecho y tus caderas. Y si hoy te dijera... te desharía. Te desharía como deshago las caricias que no salen de mis manos, como el aire al respirar, como una mirada perdida; te desharía, en definitiva, como quien desmenuza entre sus manos una vida que, por desafortunada, no podría ni intentar soñar.

Hoy, que te escribo, quiero decirte que te quiero y que lo olvides todo por incierto; quiero decirte, pensando en el marrón de tus ojos y en la sonrisa que no interpreto, que esperaré (o no) en un mundo incierto, en un no despertar.

Hoy, que te escribo por no poder evitarlo, quiero que sepas que has tenido la suerte de ser lo más grande, la luna de más brillo, la mirada más intensa y el tacto más suave. Hoy quiero que sepas que te espero y te olvido, que no olvido lo que dejas, que algún día, por desgracia, olvidaré lo que te escribo."

jueves, 7 de febrero de 2013

MI MUNDO DE CRISTAL

"Sentado en la terraza de un bar, como tantas veces, miro la calle y veo cómo todo se transfoma. Los adoquines y el asfalto cambian, y también los edificios, y todo queda convertido en un paisaje de cristal. La luna, todavía despertando su brillo, imprime reflejos de colores por todas partes, se esparce y pinta el ambiente y difumina el aire. Me rodean un millar de puntos irisados que se mueven al son de las luces de la calle y yo simplemente observo la escena.

La gente, al pasar caminando distraída, deja una estela borrosa tras de sí y esta persigue a su dueño como un pasado que no acaba de dejar de existir. Se mueven lentamente, como si el mundo a mi alrededor pareciese girar más lento, con un tempo cadencioso. Yo, inadvertido obsevador, veo como unas personas se acercan a otras, se encuentran. Veo los gestos claros como palabras: ojos que se esquivan, bocas que dicen más de lo que quieren y manos que no saben dónde ir. Veo mil historias al momento, historias de amor que no ocurrieron, de batallas internas e infiernos desatados; y veo la belleza de todo: de lo auténtico, de la calma, de la ira, de lo oscuro y de lo sagrado. Lo veo todo con la claridad de mi propio mundo, con la transparencia del cristal más limpio.

Alguien abre la puerta de la cafetería y la música del interior escapa. Al salir, da un nuevo aroma al mundo y éste parece responder. Cada gesto, cada movimiento, se descubre siguiendo el ritmo y el sentimiento de la serie de notas, de instrumentos que inundan los oídos y que se mezclan con los reflejos de la luz, con los miles de colores; y la realidad se vuelve mía.

A lo lejos, distingo una figura que se acerca. Paso a paso por la larga avenida de cristal, los edificios vuelven a su estado natural y retoman la opacidad de sus fachadas. Bajo los pies de quien se aproxima, aparecen de nuevo los desgastados adoquines. Cuando me llega el olor de su perfume, cuando ya se encuentra frente a mí, pronuncia unas palabras y mi mundo propio se desvanece y vuelve a esconderse en mi mirada. 

Teniéndola frente a mí, no tengo ya que imaginar una vida mucho más allá."


MILES DE VELAS

"Sólo perderme en tus labios, en mis palabras, que son lo que tiene sentido; y en tus ojos, en su color, en la calidez del tiempo en ellos, en el dulce esfumarse de unos pocos sentimientos. Sólo estar aquí, a tu lado, con la vista perdida en un alguien muy concreto. Y la música al sonar... Sólo quiero miles de velas, que se pueden apagar... pero que su llama alimente esta noche mi mirada. Al otro lado, y como no puede ser de otra forma, solamente tu figura."

lunes, 4 de febrero de 2013

MÁS RUINAS

Ayer publiqué una foto de una serie que hice en unas ruinas (o una cuadra venida abajo). Hay una que me parece que me puede quedar muy bien, pero el ordenador no tira. Tanto retoquecito...

Algunas más:







domingo, 3 de febrero de 2013

sábado, 2 de febrero de 2013

CIDUAD DE CRISTAL

"Una vez dicho todo desde dentro, las palabras parecen perderse en el aire, que sonríe y se aleja en viento. Y ahora, ¿qué? Cuando llega el vacío y la verdad se manifiesta, la tentación de volver al encierro se incrementa. Pero no, hoy no quiero. Prefiero convertir en cristal el mundo, toda la ciudad, y que mi cárcel sea el reflejo de lo que siento. Así, con toda mi vida transparente, temo que a partir de ese momento, cualquier palabra que pronuncie pueda romper la belleza de mi miedo. El solo roce de un sentimiento mal colocado, y todo hecho añicos, todo reflejos destrozados, todo ilusiones por el suelo.

Por este miedo de querer más, de decirte más y de que no entiendas, que no compartas, que no quieras o que vuelvas a volarte en vientos, lo que no digo se va quedando a cobijo en mi cabeza. Lo que no digo... pero sabes lo importante, más allá solamente me queda construirte un mundo nuevo día a día, noche a noche, piel a piel, sueño a sueño. Pero no es el momento o, aunque no me guste, no soy yo el correcto. Guardaré las palabras que iluminarían toda esta ciudad de cristal, que la dejarían no devastada y rota, sino repleta de miles de reflejos de colores para pintar las noches más oscuras... para deshacer la noche.

Pero no, no sé ya si vivo en mis fantasías o no me entero de este juego. No se me da bien fingir que siento algo, como tampoco que no te siento; no se me da bien perseguir como hace el cazador y continuar luego con el cuento. No puedo haber abierto la boca y ahora quedarme sin atisbo de esperanza; no puedo volver a callarme a pesar de que lo intento. Y, si mis palabras resultasen pocas, es ya por no molestar o por no haber visto el interés que tengo, devuelto. Pero, lo repito, nunca se me ha dado bien este juego.

Te diré en silencio, te buscará mi mirada sin verte; seguiré sintiendo lo mismo hasta que la tinta del bolígrafo haya llenado mis cuadernos y, por fin, se seque."