lunes, 29 de julio de 2013

AIRE

"Si al respirar pudiese convertirme en aire, deshacerme en miles de partículas que floten en el ambiente, podría recorrer los centímetros que nos separan y volar hasta ti, al otro lado de la mesa. Esperaría paciente a que dejases escapar un suspiro, y entraría en ti. Así, desde dentro, quizá solucionase estos nervios que me atenazan y me roban las palabras; y te aseguro que cuando no se oye lo que digo, mi cabeza se llena de las frases más especiales. Pero el tiempo se congela y no hablo. Aunque si pudiese mezclarme con el aire, acercarme hasta ti y ser respirado... Quizá entonces cambiaría todo con el roce de tu piel, pudiendo llegar a tú corazón, si con palabras eternas no pude; un intento a la desesperada, pero en la forma más mía.

Así que, sí, si pudiese convertirme en aire, podría estar contigo sin cerrarme asaltado por tantas emociones. Si fuese aire, ligero y suave, vivirías respirándome para siempre, como yo respiro tus recuerdos."

sábado, 27 de julio de 2013

LA NOCHE DE LAS BESTIAS

"Las bestias salen de paseo. De una oscuridad insondable, el camino aparece iluminado y las huellas de lo salvaje se afianzan en el barro de un dolor inesperado y distinto. Colmillos hambrientos, cubiertos de sangre, desperezan rugidos ansiosos por la carne ya probada. Aullidos furtivos adornan el cielo oscuro de la noche de las bestias. 

Y ahora, aquí sentado, el mundo se hace tan pequeño de repente, que la grandeza de un algo inexplorado se despliega en los colores más vivos. Y más sangrientos, pero vivos. Las bestias destrozan a su paso pero nada permanece nunca igual, porque la sangre siempre acaba calentándose y la visión se nubla, se impregna de inconsciencia y del no saber qué hacer. Las bestias hincan el diente a la presa deseada, con ojos que tiñen la desgracia, el cambio inesperado, sangrando las gotas de la virtud perdida. Mañana el bosque dormirá y las bestias volverán a su rincón, pero esta noche campan sueltas, perdidas de lo más sincero y salvaje, de la forma más única e interior. Se impregna la consciencia de locura y desciende a un nivel más primitivo en el que simplemente unos colmillos se clavan en una presa deseada durante tanto tiempo. La noche de las bestias se presenta, y una a una saldrán a cazar la presa de los tiempos, aquella que anhelan desde la mas ínfima hebra de su ser. 

Hoy, que los animales corren desbocados, dejaré que la carne sea devorada en un frenesí desconocido, en un ansia incomparable por el placer de la carne. Aparecerá, como nunca lo ha hecho antes, el loco que lo habita todo, el que domina la sobriedad, el que aprovecha cada momento; aparecerá el loco que hay y habrá siempre, erguido y demente, con la cara desencajada y perdidos los ojos en un instinto primero que no vuelve. Que no vuelve... 

Hoy, que es la noche de las bestias, es la noche del olvido. Y aquí, y en este momento, el color del día de la tranquilidad se convierte en la noche de las alimañas. Y hoy, que es un día cualquiera, la noche se convierte en la noche de las bestias y la bestia se presenta perdida en lo más profundo de mis entrañas."

domingo, 21 de julio de 2013

TODOS

"Te daría todos los besos que se pueden escribir, uno a uno marcados en el papel de tu recuerdo. Dejaría así impresa por fin la razón que me acompaña y me persigue mostrando mensajes ocultos que no sé interpretar, que no quisiera aceptar, y que me dicen desde tu cuerpo tantas cosas con una sola imagen. Quedaría grabada para siempre tanta vuelta a lo mismo, tanta fijación por tus ojos, por tu sonreír. Pasaría todo y el tiempo volvería a ser tiempo, sin más que se pierda, sin más que pensar, asumido y olvidado en un lugar escondido. Te daría todos los besos que se pueden escribir y lo haría esta misma noche, porque cada imagen nueva le da la vuelta al mundo y si no es de esta manera,no se como seguir siendo yo, como volver a actuar."

martes, 16 de julio de 2013

LA MUERTE DEL SOL

"Una noche, el sol murió. Acostumbrada la oscuridad al brillo nocturno de aquél sol de medianoche, su luz desapareció entretejida en los retales de la falta de interés, el agotamiento y la ausencia de espectador alguno ante la maravilla que suponía a esas horas, alumbrando la noche del alma. El calor de los rayos que desgajaban el hastío se diluyó en el rocío de la congelación de las emociones y desapareció con la estrella. Comenzó a caer la nieve y el paisaje oscuro quedó sepultado bajo un manto de palidez y falta de energía, de inactividad y ausencia de la reacción ante el mundo. Todo a oscuras. Todo lento, todo vacío y atascado, perdido en los sueños vividos y en todo lo imaginado.

La Luna, que respondía al sol, se vio a su vez, ante lo repentino, desprovista de la fuente de su vida, del único motivo de ser durante esa noche, como faro del olvido. Vivía en la imagen suavizando las ideas, aclarando  jirones de nubes para desenterrar del reseco suelo de un desierto los brotes de una vida en su máxima expresión. Vivía, pues no hacía otra cosa, para el deleite único de los únicos ojos que miraban hacia lo alto en su busca. Cielos hay tantos como deseos lejanos, como esperanzas del curso de los años de cada uno de quienes las albergan; y en este, la luna perdió la luz que la animaba y le hacía proyectar su imagen en la noche. El sol había muerto y, con ellos, las ganas de crear mundos distintos, de esforzarse, la actividad, los sueños.

Empezó a llover; de repente. Millares de pequeñas gotas comenzaron a caer mecidas por el viento en imparable descenso, balanceándose de lado a lado con suavidad. Se desató la tormenta, pero la tranquilidad seguía reinando, sobria e inamovible, serena con la quietud de la aceptación del destino y el azar. Sin embargo, cuando esas gotas llegaron a la altura de los ojos de aquel espectador estupefacto, éste se dio cuenta de que no era agua lo que caía, sino palabras. Una tras otra, se esparcieron por el suelo en hileras que se enlazaban unas con otras en frases incoherentes. Todas, una detrás de la anterior, formaban grupos que relataban mil historias vividas e imaginadas. Caían al suelo, se apareaban por aparente azar y, una vez expresado su deseo, se disolvían en un mar, oscuro ahora sin luna, ahora que no había sol. Las palabras, derramadas y perdidas, fluyeron por la oscuridad del momento en una tierra que se embebía de ellas para olvidar. Murió la Luna, murió el sol, y todo quedó diluido en el silencio de no saber, del no pensar y del no sentir.

Pero la oscuridad nunca es para siempre, así que un nuevo sol ha de nacer. Con su luz, la más brillante de este universo único, impregnará la Luna, una nueva y radiante; y la oscuridad del cielo de un invierno en la  penumbra, del abandono de la imaginación,  se volverá clara como la luz del día. Llegará, como llega siempre, el momento de ver nacer un nuevo Sol."