jueves, 24 de diciembre de 2015

EL PAPEL ROTO

"La página donde se habían escrito todas las palabras se ha rasgado. De punta a punta del papel, un corte vertical divide el espacio en dos dejando dos perfiles irregulares que, aunque perfectamente complementarios, no se encajan de nuevo. Separadas en dos mares distintos, las letras se quiebran por la mitad y pierden el empuje. Poco a poco pierden el significado.

El silencio reina. Impera en cada rincón de sonidos más o menos desoídos que quedan perdidos en esas palabras inconexas. No hay forma de que la nube de sensaciones y pensamientos converja ene una lluvia que descargase la humanidad entera. Entre dos mitades de un folio escrito, ni una letra emerge de un papel que mantiene presa hasta la más nimia gota de tinta. 

Se ha rasgado y ahora no hay nada qué decir; no hay más que pasar desapercibido, que convertirse en un ser extraño, perdido en a saber qué mundo del que no se puede escapar. Se han congelado las palabras y parece que, al menos por el momento, no hay calor que pueda deshacer este silencio de inmovilidad y respiración, de respiración lenta y distante, de respiración de una mente cerrada ante un cielo interno que pronto descargará."

viernes, 18 de diciembre de 2015

BON DIA

"Ningú no ha demanat res, però tot de sovint el cel s'aclareix i els núvols escampen com els gats de l'aigua. No ho has demanat però el sol no cessa de resplandir com el moment més perfecte que mai haurem viscut. 

Bon dia, això es innegable, i ho celebrarem amb tot l'espectacle de la vida que ens envolta. No farem cas d'ombres ni rajos perduts que no saben cap on dirigir-se.

Bon dia, aquest en què tot s'il·lumina com un matí clar quan la platja va ser nostra, quan el temps no corria, quan ens vam vore des de lluny, envellits i raquítics però encara enstimant-nos com si fos el primer instant.

I és que ningú ho ha demanat, però fa un bon dia."

viernes, 11 de diciembre de 2015

CUANDO LAS PALABRAS MUERDEN

"Cuando las palabras muerden, es difícil esconderse, tan difícil como resulta ocultar un mundo interior tan vivo y perdido. Cuanto se rebelan e intentan salir, nada detiene el avance imperecedero de unos pensamientos mal escritos que, sin embargo, gritan desde lo más recóndito de un lugar muy cuidado. Sacan los dientes y, órgano a órgano, tejido tras tejido, la realidad de barreras infranqueables se desmorona ante lo que quiere salir.

Cuando las palabras se agolpan en el embudo de una garganta cerrada por los nervios, todo se contrae: se contrae la respiración, se contrae el alma, se contraen los deseos y aumentan las ganas, se agolpan sin remedio en una boca que no se debería abrir. Y, eso, la falta de apertura al exterior, es lo que da fuerza a los dientes de estas palabras no deseadas pero inevitables. Se desgarra la carne, el alma, los ojos que perciben la belleza... Se desgarra la realidad compartida para convertirse en los jirones de una imaginación tan deseada... Cuando muerden...

Cuando muerden es cuando se sienten tan vitales, cuando todo depende su significado, sea dicho a tiempo o no. Es entonces cuando las palabras dejan ese mundo de ideas tan perfecto, tan abstracto, y se enfilan hacia un futuro que nadie acaba de conocer. Pero da igual: han de salir y saldrán, a pesar de los esfuerzos, que no son pocos. Porque si la garganta se cierra es solamente por no querer cargar a quien ya lleva demasiado a la espalda, por no agobiar con problemas que, aunque vitales, quedaron olvidados en la mente de lo que fueron dos.

No, no saldrá ni una. Esas palabras canallas, tan tiernas como sinceras, tan en busca de ser recibidas como lo que son, como la esencia de algo nuevo, quedarán encerradas tras una boca clausurada a la belleza y al tiempo, impedida de los deseos más profundos. No saldrán porque yo no lo quiero, porque por mucho que empujen, que arremetan y que arañen la superficie de la piel, no deberán abandonar este hilo de pensamiento que solamente conduce a un destinatario. No saldrán porque, si de mi depende, nada en la vida tocará esa tez que una vez fue... No, no dejarán el refugio de estos labios sellados por no molestar, por sabidas, por no interrumpir el discurrir de una vida de la que fueron apartadas casi sin querer. No saldrán por no hacer mella en esas heridas que, tan sin haberlas buscado, acabaron acariciando la sonrisa más perfecta. No saldrán porque me niego a destruir ese castillo sobre el que se alzará el alma que ilumina mis pasos, porque los cimientos de un mundo nuevo quizá requiera del sacrificio de quien fue y, aún habiendo sido, quedó relegado a un pasado que dejará una mera huella en el olvido.

No saldrán, así que no hablaré. Tan sólo, y por querer a la vida tal como debiera ser, callaré lo más hondo y lo encerraré en las mazmorras del deber y no poder. No diré ni un "te quiero", ni un "te echaba tanto de menos...". No, no acabarán estos sentimientos en sonidos que entorpezcan la renovación, el olvido de lo enfermo, la ansiedad, al dolor en el pecho, las ganas de acabar... No lo harán porque no quiero, aunque lo necesito; porque, de salir afuera tanto sentimiento, quedarías perdida en un mundo que ni tú comprendes, ni en el que yo entro. 

Ahora es momento de descanso, al menos para uno, así que las palabras quedarán dormidas o encerradas por un tiempo, a la espera de ese momento feliz que te pueda decir a la cara..."

martes, 8 de diciembre de 2015

DEJARÉ

"Quizá tan de cerca sea difícil. Y puede que, además, sea muy complicado de entender, pero la distancia es tan importante como limita la acción a corto plazo. Más de lejos sería distinto, con más aire entre estos dos mundos, con más gente entre los dos. Tampoco la música ayuda, con notas que se filtran lentamente; compases perdidos entre silencios no intencionados; canal nuevo y diferente de comunicación que dispara los rincones más escondidos de esta imaginación dormida.

Quizá tan de cerca sea más fácil, tan seguro por apreciar la belleza que rodea en un instante en que ser valiente no es sólo cuestión de suerte. Este disfraz atrapa como una camisa de fuerza y, al final, deshacerse de los ecos de un pasado que es más interior que temporal resulta de lo más imposible de la noche. Ser valiente no es sólo cuestión de verte.

A veces, y sólo a veces, me encuentro distinto en unas telas que no son mías, en una piel que responde de otra forma a la acostumbrada en una función que, siendo la misma, acaba en diferentes resultados. Un destino elegido, uno perdido, uno deseado que queda sumido en las perlas brillantes de lo oscuro del olvido. Que termine esta función, que termine y se ahogue esta canción en un silencio que acabe solamente cuando uno y uno no sean dos.

Dejaremos de lado tantos asuntos delicados que todo se hundirá en un futuro infructuoso que nunca habrá acabado de llegar, que se perderá en un discurrir disperso de sonidos alejados de una realidad indiferente a todo. A todo, a todo menos al sonido que, sin desearlo y sin esperar nada, rodea a todos los presente e impregna el aire se sensaciones caducas y, alguna que otra, olvidadas de la mano de dios, de un dios interno y común que nos toca por igual.

Dejaremos tanto de lado que apenas nos reconoceremos, a pesar de haber soñado los dos en una misma canción, durante al menos dos minutos. Dejaremos lo que ha estado en boca de los dos, en miradas perdidas y soplos de la inspiración que provocan unos ojos en concreto. Dejaremos la consciencia de los dos para sumirnos en la resaca de los días pasados, de las noches que no han existido y en las que caímos rendidos a los pies de una cama que, ni tuya ni mía, ni tan sólo de los dos, ignora un presente de noches pérdidas en la barra del bar, viendo de cerca a quien nunca se acercará más de lo imaginado. Y aquí, apoyado en una madera impregnada de tristezas  de copas derramadas en lágrimas perdidas dejaré que la distancia sea incluso más corta y que la noche acabe."

viernes, 4 de diciembre de 2015

EMPEZANDO A ENTENDER

"No estoy acostumbrado a la luz. Acurrucado en cualquier rincón del pasado, me hice a la sombra que me ocultaba cuando el ser oscuro apareció. Tanta luz, tantos colores... No estoy acostumbrado. No es este el paisaje que tantas veces se repitió en un incesante discurrir de vida sin sentido y sin discurso, tan dejada a merced del tiempo que todo lo que aparecía se aprovechaba sin pensar. Es demasiada esta claridad que me ciega mientras intento recordar aquellos momentos pasados, bañados sin querer, insoportables hasta la más mínima brizna de aire; no atino a conjurar aquella negrura que lo envolvía todo y que impregnaba el aire de esa textura aceitosa tan irrespirable. No encuentro modo de volver a una realidad tan olvidada como hecha parte de mí mismo. Es tanta la claridad ahora...

Ahora que todo ha pasado como tenía que ocurrir, que los cambios violentos harán florecer las heridas más profundas en aromas inimaginables, ahora es cuando todo deja de tener sentido. Lo que una vez alejó, ahora es simple acercamiento entre dos almas que se buscan. Los miedos, perdidos en un pasado irregular, se manifiestan de nuevo, pero convertidos en la decisión más absoluta de enseñar a navegar a quien lo necesita. Ahora, que todo pasado fue feliz, las fuerzas de un presente oscuro e indefinido asoman por la puerta trasera en este recoveco de mi realidad; se estiran, se retraen y juegan nerviosas ante el no saber qué ocurrirá. Pero ahí es cuando la luz interviene ineludible, separando lo irreal de lo no dicho ni vivido, de lo imaginado como triste por simple defecto de fábrica, empapando hasta la más íntima hebra de una esperanza sin razón y sin sentido, una que solamente existe porque algo más vendrá.

No estoy acostumbrado a esta luz, pero llegaré a hacerlo, sin duda. Cuando mis ojos se adapten a tanta sonrisa que viene porque sí, cuando entienda que el amor tan puro se manifiesta como a él mismo le viene en gana, cuando comprenda que todo lo que he sentido no era más que la antesala de lo que ha de venir; en ese momento que no es más que ahora, seré consciente de lo que es querer sin reservas, de lo que es entender que algo vale más que un todo fraccionado del que, en algún momento, fui parte."

sábado, 21 de noviembre de 2015

LA VERDAD

"¿La verdad? A veces la verdad no existe. Simplemente un cúmulo de probabilidades en que nadie es nadie y nada es nada. A veces la realidad es la expresión mínima de un conjunto que nunca llega a materializarse. A veces estar no es suficiente, nunca necesario pero inevitable, jamás imaginado en un momento así. A veces los BMW blancos se amontonan en mi entrada y eso, aunque soñado, se convierte en mi realidad cada día que te vuelvo a ver, de forma insospechada, en el recibidor de un colegio cualquiera. A veces todo se desmorona cuando menos lo esperaba por ver al tiempo tocarte aunque sea de lejos, por ver que aquella que fue y sigue siendo, aunque tan delgada... A veces todo se olvida en pro de un destino aún incierto en que todo queda oscuro, todo tergiversado, todo tan distinto como lo vi en tus pupilas meses atrás.

¿La verdad? La verdad ni me la explico y mucho menos quiero pensar en ella si los rastros de vida que me dieron sentido no han de volver. Esa verdad se esparce en la memoria como recuerdo diluido en un mar de sentimientos que consiguieron cauce en un cuerpo tan hermoso... Tanto que no mucho pudo aguantar. Y ahí quedé, como anclado en barro y cubierto de impotencia, apresado por un sentimiento inesperado que no habría de llegar. Ahí quedé, a la puerta de un piso de San Juan, inmóvil y apresado por la más absoluta sorpresa de, tras haber querido conservar lo inconservable, quedar tan sólo en el hueco de un sentimiento solitario. Ni enfados ni sentimientos encontrados, nada hubo; tan sólo una intención mal acertada de intentar hacer recapacitar a quien parecía perdida en un mundo de angustia irrefrenable. Intento de querer por más que fuese, de acercar al corazón. Intento de ser más que dos juntos, de ser más que uno y uno encontrados por pura ilusión.

¿La verdad? Buena pregunta. La verdad es que te quise con todo mi corazón. La verdad es que al principio no encajabas en mi vida, ni en tu vida tenía un hueco yo. La verdad es que al final éramos inseparables y la necesidad nos llamaba. La verdad es que cuanta más distancia había entre uno y otro, más fuerte era la comunicación. La verdad es que fue todo tan hermoso que poco hay que decir hoy en día.

La verdad, después de todo, es que te quise y te quiero como nunca ha pasado con nadie, como nadie ha ignorado esta falta de razón. La verdad, sin más razones, es que al final te echo de menos y maldigo aquel momento en que nos dijimos adiós."

viernes, 20 de noviembre de 2015

HISTORIA TRISTE DE BAR

"Las siete y cuarto de la tarde. Un bar cualquiera. Uno al azar, pero tan conocido y acostumbrado que cada rincón y cada sonido se hacía familiar hasta la saciedad. Una mesa redonda mal limpiada en la que descansaban dos tercios sobre sendos posavasos de cartón. El aire, tan repetido hasta la saciedad, recalcaba las mismas canciones; hasta las paredes las tenían aprendidas de memoria. Allí, rodeado de una oscuridad tan elegida como inevitable, un hombre se sentaba a la mesa vacía salvo por la presencia de los dos botellines. Gota a gota, la espera se alargaba como la humedad condensada sobre el vidrio. Tiempo al tiempo, y momentos que no llegarán... Pero entonces comenzó a sonar esa canción tan adecuada que daba qué pensar. “Y tu vientre sabe a pan”, decía, ése tan olvidado como guardado con recelo a salvo en un rincón de la memoria. 

Las siete y veinte y seguía sin aparecer. El hombre, acostumbrado a la tardanza de aquella a quien esperaba, no encontraba nada de extraño en ese discurrir de minutos perdidos; era como siempre, como fue la primera vez y como así había seguido. Al fin y al cabo, qué son veinte minutos comparados con una vida entera. Una vida... No era por esperar, no era cuestión de estar sentado en un mismo lugar, impertérrito, a pesar de todo y de la nada que pasaba por delante. No era por espera, sino por necesidad que los minutos se hacían tan largos cuando ya debería haber llegado, cuando el rostro de un destino encontrado por casualidad cruzara el umbral de aquel local perdido de la mano del tiempo. Sólo verla aparecer, nada más... 

Siete y media. Lentos como los tragos a la cerveza, se escurrían lo segundos y los clientes del bar. Todo ajeno como perdido en una realidad paralela que habita justo al lado, el discurrir del momento se evadía de sus ojos. El espacio se reducía a una mesa redonda mal limpiada con dos tercios: uno entero a la espera, otro casi vacío de ansiedad. El retraso aumenta el deseo; pero el tiempo, hiriente en su paso indiscriminado, lo tiñó en ese momento de un color rancio y masticado, digerido y desechado de mala manera por recuerdos que no debían volver. La espera, aunque larga y sin motivo, valdría la pena al verla aparecer por aquella puerta de metal, tan altiva como siempre, tan hermosa, tan... Tenía que aparecer. 

 A las ocho de la tarde el tercio que no había sido repuesto por un segundo, en la oscuridad de ese rincón del bar en que nadie más entraba, lucía como los restos de una vida pasada, de algo anhelado y nunca conseguido, inerte ante la falta de quien tenía que haberlo consumido. El hombre, apoyando los codos en la mesa y oculto el rostro tras las manos, se concentró en evitar el momento, en salir de allí, en volver a aquel mar de colores que una vez, meses atrás, fue su vida, a otro momento en aquel mismo lugar. Recuerdo a recuerdo, el ansia menguó en un deseo conservado se quisiese o no. Sin embargo, esa necesidad nunca desaparece y al final surgió el hueco, la falta de todo y el recuerdo de aquel BMW blanco. Ahora todos los coches de la calle eran coches blancos de aquella marca y modelo; cómo olvidarlo. 

A las nueve de la noche, el hombre decidió levantarse de la mesa. Tambaleándose tras más de cuatro cervezas, a oscuras, a solas, con la única compañía de la música de aquel bar, se acercó a la barra y sacó la cartera. Un billete fue suficiente para pagar lo consumido y lo que se quedaba en la mesa intacto, con el único desgaste de todo el tiempo que los ojos de aquel cliente habían pasado observándolo con ojos vacíos. Un sólo billete valdría para dar cuenta de todo aquello que no había sucedido esa noche y que, en conmemoración pues de eso se trataba al fin y al cabo, no sucedió meses atrás. 

A las nueve y cinco, el hombre salía por la puerta del establecimiento como debió hacerlo en junio de ese mismo año. Un paso tras otro intentando mantener la vertical mientras una mano abrazaba el vacío que en otro momento debió ser la cadera más deseada. Sonidos de únicamente dos zapatos sobre el asfalto frío y húmedo que ya había olvidado aquel verano en que los pies del hombre salieron por primera vez a solas. Había olvidado aquella noche en que un BMW blanco abandonó su carril de forma inesperada. Había olvidado el terraplén y las luces intermitentes, las luces azules, las blancas y las rojas, la gente corriendo y el no poder salvarse. Había olvidado que al final nadie llegó a tomar aquél tercio que nunca debió calentarse. Había olvidado que el hombre tendría que salir del bar a solas, con la mirada perdida, obsesionado por un mensaje de texto que acababa de recibir, con la presión en la garganta. 

Aquel asfalto ya lo había olvidado en un ir y venir de los días. Pero él no, él no lo olvidaría jamás. A oscuras cada tarde de junio, el hombre esperaría lo inesperable en la oscuridad de aquel bar. Y obligaría al salir a aquel asfalto traidor a que nunca ignorase el recuerdo de aquella noche en que uno fue solamente uno, pero hubiese debido ser dos. Si nunca llegó, nunca llegaría, pero el pasado quedaría sin duda guardado en un rincón interior que lo ocuparía todo. Así, a pesar de lo ocurrido, nada moriría, nunca más y sin ningún motivo. Aunque solamente fuese recuerdo, cada noche estaría presente en una mesa medio vacía, de cerveza sin beber y de otras tan consumidas como no deseadas. Pero olvidar, nunca; nunca olvidaría."

sábado, 24 de octubre de 2015

RECUERDO

"La sombra se sintió herida, y tan de repente que la única solución fue huir hacia lo más conocido, hacia lo más olvidado que el mundo pudiese recordar.

El bosque era tan denso que ni un solo haz de luz lograba desentrañar la oscuridad que reinaba sobe un silencio sepulcral. Poco a poco, como ignorando el paso del tiempo, en definitiva sufriendo segundo tras segundo, la sombra se vio inmersa en un mundo tan habitual como extraño, aun a aquellas alturas. El aire cambió del no saber estar parado, de la ausencia de movimiento al no saber estar sin hacer nada, simplemente quieto en un rincón. Y el alma en cada latido resonando las sienes cansadas de la sombra vagabunda de su interior.

Lejos quedaban esos momentos en que un mar cálido casi bañó sus pies, mañanas inundadas de día y soles sumisos a aquellos reflejos que... Pero no, mejor no recordar. La sombra avivó el paso hacia la arboleda más profunda que pudiese encontrar. No, basta de recuerdo, pues ese precisamente había sido el motivo de aquel viaje tan obligado como necesario hacia el corazón del bosque, al Monte Olvido. Las espinas arrancarían jirones de piel inexistente de la sombra desgranando poco a poco un sentir ya inadecuado que convenía enterrar en lo más profundo, Todo estaba dicho, información más que entregada sin quererse escuchar. Así que al monte, heridas sin remedio incluidas en lo que sería vez primera en escalar las rocas y aristas de aquella ladera en busca del destino repetido y acostumbrado de aquel pateado camino; al Monte Olvido. Así pasó lo impasable y todo se aceleró; tiempo y semillas de lo encontrado por casualidad y vencido poco después a la sangre que corre tocada de agua salada y ese aire tan espeso, tan difícil de respirar.

Un día, tras meses de viaje por la espesura eterna y radiante de una soledad perfumada de locura, la sombra llegó a los pies del monte. Un vistazo a la cima y vidas anteriores prendieron fuego en un interior que se calcinó alguna vez, de forma que no volviese a pasar. Aquella cima, aquel vértice que arañaba el cielo, sería el lugar donde acabaría el viaje, recorrido inerte de vida nueva, opresor venido del centro más profundo del más olvidado corazón.  La sombra comenzó el ascenso. En lo más alto hallaría las vistas de lo increíble, ausentes de lo ajeno, capaces de hacer imposible cualquier pensamiento que no abarcase aquel paisaje tan verde como árido, tan oscuro como preñado de luz. De ahí el nombre de Monte Olvido; todo lo que afuera hubiese ocurrido quedaba borrado en un pasado que no podría regresar. Un lugar tan santo como ansioso de la más mínima gota de sangre que pudiese hacer derramar. 

Y así fue, entre salientes afilados, puntas de roca y espinas que hasta el frío del aire temía, que la sombra recorrió paso a paso, a piel desnuda, todo el calvario en pendiente que tenía por subir. Sería libre; libre aunque fuese encerrada en aquel interior de valles, desiertos, montes y caminos, de ruinas y ciudades de cristal, de noches sin luna y lunas sin noche que albergar, de soles que nunca saben dejar de brillar. Pero más valía eso que un exterior inalcanzado que ella era incapaz de olvidar. Todo tendría sentido.

Un día en que el sol ni se había dignado a salir, la sombra alcanzó su meta y coronó el Olvido. Vista magnífica y tan reconfortante... Aire que olía a música, vida en fotografías imborrables y nubes que cubrían el cielo de palabras. Era el lugar perfecto, en toda su extensión. La sombra, satisfecha y con media sonrisa en su inexistente rostro, eligió la roca adecuada y se sentó a contemplar el todo de la nada. La sombra, tan cansada del viaje, respiró profundamente y, al exhalar, bajó la cabeza en un movimiento de descanso. Fue ese el instante en que se dio cuenta; aquellas piedras... ¿Era su aspecto de verdad? Las manos impacientes y oscuras de quien se había dejado la piel en el camino alcanzaron una de aquellas pequeñas piedras y la acercó a los ojos ciegos de su dueño. 

—Esto no estaba aquí antes...

Impreso. como una veta en el interior de un cristal, como un holograma fuera de lugar, un recuerdo se representaba ahí adentro y giraba y se volvía borroso y se volvía a apreciar. Un recuerdo que escapaba al bosque más profundo, a las heridas más hondas, y a un tiempo que agrietó hasta el aliento. 

Cautiva en el interior de la piedra preciosa aparecía la imagen de unos ojos, unos tan grandes y tan marrones que eran imposibles de ignorar. ¡La habían seguido! Loca en su huida del mundo deseado, del centro de la realidad, la sombra corrió lo más que le permitieron sus fuerzas; pero aquellos ojos la habían acompañado sin ella darse la más mínima cuenta. Aquellos ojos, aquel mirar que lo fue todo y del que huyó se había infiltrado en cada piedra que la sombra tocaba. Uno tras otro, todos los trocitos de aquel lugar apuntaban invariables a un pasado que volvía como impregnado en cada poro de la piel.

Y así, subida a la cima del Olvido, la sombra quedó en la única compañía de aquellos ojos que habían poblado sus días sin apenas darse cuenta y que, sin siquiera notarlo, se marcharon. Y así, llegados hasta donde no llega el pasado, la sombra quedó sumida en el sentido de su destino, uno en el que ya nunca los podría olvidar."

sábado, 17 de octubre de 2015

POR CASUALIDAD

"El mar empieza en calma, como siempre. Ola tras ola, la espuma se alborota alrededor de mis pies. En cada gota, en cada reflejo de lo que rodea, una arco iris de tantos colores... Y la música vuelve a sonar. Vuelve el ritmo de algo tan desconocido, tan pendiente de explorar, que el aire de deshace en un movimiento suave y continuado que tiende a no acabar ni ahora ni nunca, por mucho que el tiempo cambie alrededor.

Cambiará, y lo vivido se convertirá en el cemento más duro, en el más profundo acristalamiento de un olvido tan deseado como inevitable; retornarán las formas del pasado a un presente que no las añora, a un momento en que todo sobra, todo menos aquél sentir tan descubierto por casualidad. Esta noche, que se hace con estrellas fugaces y exigua en tiempo, en lo vivido, me ha demostrado que lo que fue sigue estando vivo en una realidad de la que me alejé y de la que no quise saber más. Pero sigues estando viva... Por casualidad, entre uno y otro recuerdo, entre jirones de un futuro que nunca fue, que nunca será, esta noche nos hemos encontrado en un rincón perdido, opuestos en las esquinas más alejadas de un mismo bar. El tiempo se congela, siempre y cuando pretenda que eso, de forma tácita e involuntaria, suceda; y así los humos de tiempos remotos, el no saber estar por no haber saludado... todo se vuelca en un sentimiento confundido que nubló mi mente años atrás.

Los años sepultados entre briznas de hierba mal crecida, entre escombros mal esparcidos de lo que nunca fue ruina completa, no han servido de nada cuando, al ver una sombra conocida tan de cerca y de forma inesperada, el corazón se altera en un fluir de sangre desquiciado, dictado por el más profundo deseo de no olvidar y, sin embargo, tener todo recuerdo anulado. Los años, esos tan dulces y tan sutiles, tan pasados por alto pero tan vividos a tumba abierta, vuelven en forma de recuerdo encarnado, en la silueta de aquella que lo fue todo durante un breve período de tiempo, en aquella figura hasta entonces no concebida que dio sentido a la muerte de la que nacería esta vida eterna, tan agradecida, tan descubierta gracias a ti, tan valorada desde entonces a pesar del sufrimiento que, sin querer, padecimos uno y otro en un momento al azar que nos unió, sin querer, en un mismo espejismo de lo que es en realidad sentir."

jueves, 15 de octubre de 2015

LA FOTOGRAFÍA

"La belleza es fácil de capturar, sobre todo a través del objetivo de una cámara. Es todo tan simple como encontrar por pura casualidad aquello que no se esperaba, oculto entre las sombras que, en el preciso instante, derivan en luces colocadas en el lugar más perfecto. Es tan simple y tan asombroso encontrar ese segundo concreto en que toda la existencia parece cobrar un sentido único e indivisible, nada relacionado con el discurrir del día monótono, que sobrecoge inmovilizar la esencia de una creación tan compleja con una simple imagen. Es fácil, en contra de lo que parezca, retratar la belleza inmóvil, parsimoniosa y casi estancada, sumida en un tiempo inexistente en que se resumen pasado, futuro o presente... 

Pero todo tiene su lado oculto. Esa simpleza de movimiento que encierra lo bello para poder contemplarlo siempre, una y otra vez hasta el delirio, es en efecto fácil de admirar. Pero si hay algo así de sencillo, obligatoriamente se encuentra con la contrapartida de otro aspecto extremadamente complicado en su mera existencia. Y eso, al menos en lo que toca a la belleza, no va más allá de todo aquello que fue necesario anteriormente para dar lugar a esa expresión de lo valioso de esta realidad. La belleza, mientras fácil de captar y mucho más aún de vivir, es un bien tan preciado que poco en este mundo es capaz de retenerlo, de protegerlo del paso de un tiempo despiadado que lo envía todo al recuerdo sin el menor remordimiento. Y es que conservar esa luz que invita al arte, que no deja pensar si no es en ella, que deshace cualquier noche en rayos de sol al terminar de escribir, no es fácil de mantener. 

Poco en esta vida, muy poco en realidad, es capaz de conseguir que cada minuto no sea otro más sino repetición del anterior. Poco o nada, por decir hasta el extremo, puede evitar que tu fotografía, por años que ya tenga, sea más que una simple imitación burda y sin sentido de lo retratado, de la verdadera expresión inmutable de lo que es bello de por sí. Poco o nada, ahora sí a ciencia cierta, se puede comparar con esa belleza innegable que al otro lado de la cámara fue una vez inmóvil, de esa que cada vez que se cruza por azar en una calle cualquiera, a una hora en la que nada se esperaba, desata los rincones ocultos de la más bella imaginación."

martes, 13 de octubre de 2015

EL ESPEJO

"El alma se encuentra de nuevo en un paisaje desértico y dejado de la mano del olvido; cielo negro, nubarrones cubriendo el horizonte en tono amenazante, ilusiones de un pasado pesado que impregna el aire del más rancio hedor. La noche se hace larga en un segundo y la infinidad recorre cada poro de la piel, anidando desapercibida y haciendo mella hasta lo más profundo, hasta el centro mismo del rincón más guardado en el corazón de un alma incomprendida que, noche tras noche, todas como esta, saca a paseo lo que guarda en el interior. Las luces de la calle, ausentes y naranjas como solamente ellas saben ser, ignoran a quien pasa por debajo absorto en pensamientos que no deberían salir a horas tan intempestivas. El alma, tan oscura como perdida, sigue su camino a pesar de todas aquellas palabras que la rodean sin cesar, que se ciernen como buitres hambrientos sobre una presa que ni por asomo ha muerto todavía.

La noches se hace aún más oscura y los caminos se confunden. Las imágenes de quien se encuentra cerca, de aquellos que han tenido el privilegio de rozar la piel inexistente, la protección tan transparente que alma esgrimía entre si misma y el mundo alrededor, penetran en una simbiosis macabra que lo llena todo de recuerdos deformados, de impresiones absurdas que nada tienen que ver con la realidad. Esa permeabilidad tan incoherente, tan poco decidida como inconveniente, deja pasar los ácidos de opiniones corrosivas cuyas bases no responden a la lógica normal, al comportamiento deseado que, muy a pesar de tantos, se ha convertido en algo tan exiguo como ignorado en un tiempo en que nadie sabe qué es pensar, en que todas las voces que no tienen ni idea pueden opinar. El eco no es el sonido puro, como no es la imagen real la misma que reproduce el espejo. Pero allá cada cual en la oscuridad de propio ser oscuro...

El alma, herida de muerte ya tantas veces sin motivo aparente, recela del mismo aroma del aire y se resguarda, cubierta de espinas sobre una coraza helada, impenetrable, ausente de cualquier calor que surgiese inevitable de la emoción que —oh, sorpresa— sí siente. El alma aprendió que en la noche el sol brilla escasas veces; aprendió que la luz no siempre proviene de un faro salvador, sino que, más bien al contrario, puede brillar desde los infiernos de un pasado devorador y de un futuro incierto y poco deseable. El alma, que por quemada llevaba una costra como piel más externa, conocía del calor de los momentos falsos en que nadie es nadie, sino el reflejo de aquél que no tiene valor de ser, que no tiene valor de encarnar, de aquel que siente su realidad tan próxima a la muerte como dolor se aprecia en su mirada. El alma, que tanto ha pasado y que de tanto se queja sin emitir sonido alguno, sabe ya que lo malo es únicamente pasajero, que lo eterno siempre queda, convertido de una u otra forma, en la imagen viva de un destino sereno y redentor.

Las noches se hacen noches porque sí, porque el equilibrio también depende de la muerte; y esta actúa, y el día se convierte en noche y esta a su vez desemboca en día. Nada cambiará la oscuridad del momento por el brillo subsecuente, el que venga después de todo aquello que debe ocurrir, en que todo lo vivido lo sea de forma inevitable, en que todos y cada uno de los momentos sea solamente una célula de la piel oscura del alma profunda que nunca logra salir. Las noches, tan frías como sabias, imprimen el amargor de las opiniones mal dadas, de los sentimientos mal venidos, de la incontinencia más creativa y de las calladas más dejadas al olvido en cada brizna del aire que el alma respira. Poco a poco, los pulmones se inundan del fulgor de tanto recuerdo aprendido y algo cambia.

El alma, sorprendida por el resplandor de algo esencial que brota de su interior, contempla la piel que contiene su cuerpo etéreo y un brillo mortal esfuma los recuerdos de lo que nunca fue, de lo que nunca será y de lo que dijeron que no podría haber sido. Un calor ancestral traspasa la piel del alma, antes opaca, y esta irradia el poder de una sensación que nunca habría podido conocer. Hicieron falta muchas noches ausentes de luz, muchos mundos vacíos y en ruinas por explorar, para que el alma se diese cuenta de que nada importaba tanto, de que nada era relevante fuera de la luz que emanaba entonces de aquél punto radiante, de aquel centro de fulgor.

Y, entonces, la noche se hizo alma y el alma se fundió en la oscuridad, iluminando cada rincón con el brillo reciente de su más íntimo interior. Intentos fracasados y nubes de desesperación languidecieron como frutos pasados en la rama de un árbol seco. Momentos pasados y recuerdos muertos se quemaron como papel antiguo, como fotos viejas de otra vida, bajo la luz que todo lo iluminó. Y la noche, hecha alma y completamente desbocada en un nuevo mundo, ignoró la oscuridad que sobrevenía desde sus más recónditos rincones, y los escondrijos de las excusas se llenaron de luz, y los ojos del alma sonrieron a pupilas abiertas, a lágrimas no vertidas por no ver la razón de su existir. 

La luz iluminó un camino hasta entonces inexistente y la sombra, sin duda que albergar, inició la marcha a un futuro desconocido pero, ahora sí, de un pasado sumamente aceptado del que ya no venían vientos fríos que endurecieran su coraza; ahora, el cálido aroma del saber a ciencia cierta, del encontrar el placer en cualquier mirada, en cualquier sonrisa, en cualquier puerta abierta, hacía que el olvido devorara toda aquella vida tan pasada como obsoleta. La luz iluminó la mirada de la sombra y esta se desvaneció en el aire. 

La luz... La noche... El alma... Todas en uno, una alma en todas, tan parecidas como encontradas, fundidas en el recuerdo inexistente de esperar lo que no se espera, de encontrarlo todo al final mientras aún no se ha encontrado nada."

domingo, 13 de septiembre de 2015

O.K. COMPUTER II

"—¿Nos dejaréis ir? Algún día veréis que este exterior está corrupto y no es como debería ser. ¿Nos dejaréis ver? Más allá de esta prisión hay valles que tendremos que visitar.

—Esto tendréis... — y el horror de la oscuridad se cernió sobre nosotros.

Una vez dado todo lo que se podía dar, solamente nos queda preguntarnos qué recibiremos por un minuto ahí afuera. ¿Y si por un minuto allí me perdiese en mi mismo, en un mar de dudas incontestables que obligasen al olvido? ¿Y si un minuto allí fuese tan caro que ni toda la distorsión del mundo, ni todos los sonidos existentes, consiguiesen acabar con esta voz robótica, fría, firme, que ordena cómo todo debe ser? Un minuto... Un minuto... Un minuto... y la voz sin desaparecer.

Silencio.
Ojos cerrados.
Espera.
El sonido se abre paso en la forma de cincuenta años atrás para embaucar la presencia de todo aquello que se rebela. Ecos presentes que recuerdan un pasado tan soñado que, de existido, se convirtió en ideal. Y adelante ese estribillo que distingue el antes del después. Ingeniería del sentimiento que vibra una vez más, que hace volver a renacer a quien ya se sentía dejado de un mundo pasado y sentenciado a no volver a sonar.

Se apaga.
Se condena.
Se extingue.
Se transforma...
Así se convierte en la clave de un misterio que envuelve el aire alrededor. Así, vuelve el cambio obligado por un rechazo inesperado, escondido en los efectos que enmarcan la locura. Y, ¿esa luz? Ese es el brillo de la cordura ausente que impregna cada rincón de estas letras, escogidas sin más como por arte de magia y que, queriendo o sin querer, acaban por, entre alaridos, impregnando este papel. 

Pero, como todo aquello que cambia, hoy me siento afortunado.

No hay sorpresas, pues ya desaparecieron; ahora solamente la melancolía de un vídeo a cámara lenta ayuda a continuar. Voz dulce de palabras duras y they don't speak for usYo me reiré en silencio porque, después de todo, no se permiten más sorpresas nunca más. No se nos permitirán, en el término de lo posible, y que sea por favor. Antes eso que ese silencio reclamado. Silence! No se permiten más sorpresas, y por favor que así sea hasta que acabe esta canción.







I feel my luck could change,
It's gonna be a glorious day."





sábado, 12 de septiembre de 2015

DIFERENCIA FUNDAMENTAL

La diferencia es notable siempre. 
Entre el placer de la carne y el del conocimiento 
se alza un muro que cae de pura gravedad. 
Todo al suelo, 
y a volver a construir desde un cero 
que no parte de la piel más deseada.

La diferencia, 
inalcanzable en cada movimiento, 
son los besos deseados en una piel tan desconocida
como vislumbrada. Tantas caricias 
que no merece la luna de una noche, 
la habitación dormida en un instante que olvidar.

La diferencia, entre roce y deseo, 
es tan grande que esta noche, 
tan perdido en esa misma luna que no comprendo, 
solamente quien está a mi lado despierta 
con la luz de algo tan nuevo como oculto, 
tan oculto como objeto de deseo; 
es tan grande esa diferencia 
que me levanto para no compartir escenario 
con el fruto de lo que siento.
Tan cerca, tan al alcance de mis labios... 
algo a lo que no llegaré 
por haberlo intentado de formas equivocadas 
en momentos que no comprendo.



Y, después de todo, la diferencia queda patente, 
marcada como algo inalcanzable 
en este mundo que me invento. 
Diferencia, al fin y al cabo, 
que se define en tener lo que no tengo.



Diferencia es, 
en todo lo escrito y en lo imaginado, 
pasar una noche sumido en el deseo 
con alguien a quien no deseas, 
con alguien que no se acerca a ese concepto 
de querer bajo cualquier prisma, de lo imaginado. 

Diferencia es, después de todo, 
que un beso te recorra de principio a fin
y que inunde todo tu cuerpo. 
Diferencia es, al fin y al cabo, 
querer besar cada rincón de piel 
y de ello hacer un recuerdo nuevo.

Diferencia es, ni más ni menos, 
sentir que cada centímetro de ti 
me acerca más a tu cuerpo, 
si bien solamente pensado 
o cautivo de un recuerdo 
que no se concreta, 
de una imagen inacabada 
que aún, a pesar del tiempo, espero. 

viernes, 11 de septiembre de 2015

O.K. COMPUTER I

"Empieza la distorsión y el mundo desaparece alrededor. Y, con esas palabras incomprensibles, se decide un ritmo difícil de olvidar, anhelado, en el que resuena una frase incansable disuelta en el aire: "I am one again". El ruido se suma hasta levantar un muro invisible que me atrapa en esta canción en que la vida cambia a ritmo constante; y, sin embargo, yo soy uno otra vez, Pero el ritmo sigue, se nubla y se concentra en una voz tan oída, tan querida años atrás como olvidada, años felices en que no había que pensar.

Roto.
Ruidos rotos.
Versos caídos en un estruendo apabullante. Deseos vertidos en notas de un pasado que, tan ignorado como reencontrado, vuelve a estar de actualidad. Ahora esa guitarra, tan aprendida silencio a silencio mientras los demás intentan descansar, agita voces en la cabeza que no hacen más que preguntarse qué es esto. ¿Dónde están? 

Cuando sea rey y os sujeten contra un muro, cuando vuestras opiniones no tengan mayor consecuencia, entonces dejaré ir estos dedos que ansían tocar los sonidos más saturados, las estrofas más profundas y los solos menos pensados, más impactantes. Y, al final, en un mar de coros sin retorno, perdido en mitad de una canción, esperaré que la lluvia caiga desde lo más alto, único remedio a la soledad de unos focos mal colocados y rehuidos por el bien de la intimidad. Lluvia, en un camino inexorable, se apagará su canto entre los gritos del alma solitaria e incomprendida que atinó a escribir una canción. De ahí, perdidos en el silencio, un millar de sonidos poblarán la habitación.

Calma.
Calma ausente.
Calma sincera.
Calma que impregna los sentidos al dormir y antes de despertar. Tristeza inevitable en el cariz ausente de esa voz. Calma que, al final, se remueve en su propio seno y deja que allá arriba brille el sol. Tiempo transportado entre compases tranquilos, entre ecos que recuerdan lo recién tocado, lo recién sentido. Y, aún así, lo raro habita los sonidos del olvido, de este recuerdo inventado que en unos minutos habrá caducado como recuerdo nunca existido.

Calma.
Calma ausente de calma.
Calma de canciones sin sentido.
Deja pasar el silencio... "Wake!", suena como recordatorio de que la vida es sueño, y el reflejo de las lágrimas es algo de lo que escapamos. Escapamos, huimos o renunciamos... al fin y al cabo nada tiene sentido. Nada, sí, pero sigue respirando estos sonidos que un día encontrado, en un futuro, cobrarán un nuevo significado. Día tras día, nota a nota, todo se impregnará de ese nuevo significado, se dotará de sentido y no tendré que escuchar estos lamentos en formato digital, ni tan siquiera en vinilo, voz lastimera a punto de apagarse en lo infinito.

Sin embargo, como sucede con todo lo que tiene valor, el otro lado de la moneda cuenta una historia diferente, guardada como cuarta elección. En esta sinfonía del no saber ni qué sentir, reconforta que alguien más ya haya pasado por lo mismo y, de ahí, de esa experiencia indeseable, haya sido capaz de encontrar al final la belleza. ¿Qué importa lo que suene? ¿Qué importa lo que digan? El concierto sigue adelante, como al final sigue la vida, como al final sigue mi voz, como seguiré sonriendo a miradas furtivas entre ecos de un pasado en el que todavía sigo siendo yo."

jueves, 3 de septiembre de 2015

MONSTRUOS

Voy a construir monstruos, y los haré tan perfectos que 
las sombras del oscuro, del recuerdo, huirán despavoridas 
como ante su propia muerte. 
Les daré vida y serán engenderos 
deformes de lo que una vez fue bello; 
así, acabaré con imágenes pasadas y costumbres en desaparición 
y, de paso, quedará evidente la belleza de lo vivido, 
aunque sea solamente por mera oposición. 
Y los monstruos caminarán por estas tierras, 
tierras yermas que hace poco dieron flor, 
con paso lento y descuidado, 
mirada perdida por la falta de inteligencia, 
puros autómatas de la desesperación 
que consumen aire y hunden el suelo bajo sus pies,
que hunden el mundo alrededor.
Voy a construir monstruos hambrientos
que traguen por tragar, que hagan desaparecer
todo aquello que ahora sobra y fue atesorado,
todo aquello que ha vencido y me encuentro caducado.
Ellos lo devorarán todo hasta el último hueso
y ahí en medio estaré yo, sonriendo a la luz
de sus ojos, idos y vacíos, ausentes de razón,
consumiendo cada minuto perdido
y enterrando tras sus fauces lo que ya es solamente ilusión.

Voy a hacer los monstruos más perfectos,
tan calculados y vivos, tan ansiosos y perdidos,
que cuando acabe la marcha fúnebre de su atracón nefasto
este valle volverá a renacer con los colores vivos
que una vez poblaron hasta el más recóndito rincón,
y ya no habrá nada ni nadie que me devore,
no habrá oscuridad sino puras luces en la noche,
brillos de un pasado abocado a un futuro mejor,
crecerán las ilusiones y al final de todo llegará
el momento perfecto para que vuelva a salir el sol.
Ya no existirá lo innecesario, no engrosará el montón
de causas perdidas y recuerdos soñados, 
de todo aquello que será devorado,
por los monstruos esclavos de mi imaginación.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

MAÑANA DE PLAYA

Y ahora, recuerdo el mar
Perdido en la imagen de un momento,
Perdido en instantes indecisos
De risas, de vida, de comprensión.


Y ahora, recuerdo el aire
Envolviendo la imagen de un segundo
Perdido una mañana cualquiera
De miradas, de vida, de emoción.


Y ahora, recuerdo la arena
Entremezclada en el calor de unas horas
Rascadas de un tiempo robado,
Perdidas del destino, de la vida, de la razón.


Y ahora, que recuerdo y soy consciente,
Que aquel pasado ya no es este presente,
Que el mar queda lejos,
Que el aire es más espeso,
Que la arena se endurece y forma roca, ahora

Que la vida no es vida sino simple demora, ahora
Siento el peso de la soledad.

QUIERO

"Hoy vuelvo a querer salir de este cuerpo. Vuelven las ganas de abandonar esta piel que encierra todo lo que puedo decir y, sin hablar, lo expresa todo como desde una prisión profunda, en mitad de la oscuridad. Quema el aire alrededor mientras cierro los ojos y concentro la poca atención que me queda en el calor que me rodea. Y, si miro, fuego; si cierro los ojos, la oscuridad quema el mundo alrededor.

Hoy vuelvo a querer la indiferencia, el desconocimiento, la ausencia de recuerdos y el recuerdo de lo no existido. Vuelvo a pensar que en la realidad que escondo el aire es más fresco, menos viciado, más impregnado de lo que debe ser. Pero las ideas aquí dentro vuelan desperdigadas por un cielo incierto en que se mezcla todo: amor y confusión. Todo del revés.

Quiero que arda todo para poder desprenderme de esta cubierta negra y resentida, para deshacerme de un aire de oscuridad que se respira en cada rincón. Quiero, por querer algo distinto, sacar toda la luz que imagino y que siento, que queda perdida en el ímpetu de abandonar mi voz. Quiero, por querer lo que de verdad quiero, rozar la piel de aquel recuerdo vivido sin esperanzas de encontrarlo; y bañarlo todo de la ilusión de algo perfecto, no nuevo ni recordado, sino revivido un tiempo después. Quiero, porque sí, vivir en un pasado cercano en que sólo éramos dos juntos frente a nadie, escondido cada uno en los ojos del otro.

Quiero, por querer, por no saber, por recuerdo, porque sí... Porque te quiero."

jueves, 20 de agosto de 2015

SE ENCIENDEN

"Sale el sol a lo lejos en una noche oscura vendida a la oscuridad más profunda; sale y el mundo se rinde a sus pies aunque sea por un sólo momento, por una luz, por una mirada o una sonrisa. Sale, y al salir todo se ilumina bajo un baño incandescente y nuevo. Y, al salir, los tonos de noche se tornan despertares de una conciencia que intentaba dormir, que quería quedar cubierta bajo la sombra del olvido.

Los pasos se graban en un camino de cieno impracticado y, al hundirse los pies, las pisadas se imprimen como a fuego con la libertad de un sonido nuevo que invita a despertar. Se encienden los caminos, mil distintos y conectados aunque cada uno tienda a su propio destino. Luces como guías de un caminar tan perdido como vuelto a encontrar en situaciones, tan olvidado como descubierto de nuevo en una mueca imperceptible, en el atisbo de un mirar confuso de difícil interpretación, entremezclando recuerdo y vida pasada, entierros de ansiedad y no consecución con la explosión de la ilusión definitiva... aunque solamente lo sea por un momento. Se encienden las vías que llevan a otro mundo, a uno nuevo e inesperado al que, quizá, nunca llegaremos.

Y, al brillar, se oscurece el resto de lo real, descansando de la existencia de los nervios y el no saber qué hacer. Se oculta el deseo incumplido y la falta de organización, de objetivo y final; se oculta lo no vivido y deseado y se desea lo nuevo, la querencia del deseo mismo. Se tornan penumbra como se encienden unos ojos nuevos en la imaginación del eterno, del persistente, brillando como faros que guían como sirenas que guiasen al viejo navegante, oídos atentos y manos quietas, ligado el deseo a un mástil que no permite el movimiento. 

Se enciende, todo se enciende y se ilumina bajo la sensación de un mundo nuevo al que ningún explorador llegará nunca, escondido a plena intemperie para quien lo quiera contemplar, pero protegido como el tesoro de un deseo nuevo que algún día, que quizá en ningún momento, se alcanzará. Todo se prende, se incendia del momento, se ilumina en plena noche y da paso a los secretos más escondidos de la imaginación."

martes, 18 de agosto de 2015

TODO LLEGA

"La muerte llega de una forma extraña; se agazapa y se mezcla con el ambiente, se camufla tras los sonidos de la costumbre. Poco a poco pero con ritmo constante, los tejidos se degradan hasta el mismísimo no ser y dan paso a la nada que llena el tiempo, el espacio, que moldea suavemente el comportamiento de todo lo demás. Y así, tras unos segundos indecisos de degradación preparada, la falta de todo lo necesario inunda el aire alrededor. 

Cuando la muerte llega, miles de momentos caen vencidos ante el ánimo del desánimo puro, quemados por la ausencia de sentido en un mundo tan exterior... Todos, perdidos y desesperados, caducan en un instante olvidado justo ya en el momento de nacer. Cuando llega, las hojas caen y las palabras que relatan lo inesperado se diluyen en un sentimiento abocado al no existir en ningún sitio, en ningún momento, sin ningún porqué. Cuando llega, todo cambia y se enrarece de tal forma que lo desconocido se convierte en lo real y cotidiano; todo se entierra bajo un mundo de posos dejados al azar de lo vivido. Cuando llega, todo cambia. 

La muerte llega de forma inapropiada, indeseada en el preciso segundo en que todo cambia de lo real a lo imaginario, de lo vivido a lo recordado, de lo no pensado en ningún momento a lo encontrado por fin. Y en un rincón de imprecisión absoluta todo se define de forma diferente, con rasgos diferentes, con trazas diferentes de un distinto ser, de un distinto estar. 

Llega. Todo llega. Todo encuentra el momento de acabar. Todo acaba en el momento de encontrar algo nuevo que obliga al deseo de olvidar. Todo olvido se funde en una realidad tan intensa que, al final de todo y sin más remedio, llega el momento de volver a empezar."

BAJO NINGÚN SOL

"Y ahora, tan perdido y tan encontrado en un momento ínfimo; ahora, que el tiempo se hace nada y todo nace del recuerdo; ahora que el mundo se hace una música tan acostumbrada y tan falta de escuchar: ahora, todo se funde en un no haber querido existir y en un no querer estar. No querer estar por presente, no querer estar por pasado, no querer estar por la falta de futuro y, al final, no querer estar por un nunca haber sido, por esa inconsistencia de saber encontrar el lugar. 

Nada existe, si nos valemos de experiencia, y nada existirá por la falta de intención. Y nada será nada y el todo quedará reducido a un momento insignificante, perdido en la ausencia de lo que uno pretendiera haber sido dos. Nada existe y todo se refleja en una noche en que nadie ha sido nadie, en que nunca ha habido un minuto ente los dos. 

Y aquí, entre estímulos perdidos en una noche verano, el calor aumenta y ciega la impresión tan contemplada en páginas que un día estuvieron en blanco, en páginas que un día fueron muchas y fueron de los dos. Y aquí, entre sonidos que no me atañen, me manejo en sentimientos que nunca supe controlar. Y aquí, tan perdido como ausente, tan absorbido en el ambiente, quedan todas las imágenes como difíciles de olvidar. 

Y ese móvil, tan insistente como incomprendido, no acaba de sonar porque no somos tú y yo, porque al final de un objetivo nada compartido, nada planificado, nada esperado y mucho menos consentido, no estaremos ningún día, bajo ninguna sombra ni bajo ningún sol."

jueves, 23 de julio de 2015

EL GIGANTE

"El gigante vino a por mí; un gigante ausente, oscuro, indefinido, que con su sombra ocultó todo recuerdo de lo que creía haber vivido. Un gigante con una sombra llamada "olvido" se interpuso entre un pasado caduco y el recuerdo de lo no existido. Sombra fría de aliento cruel que congeló hasta el último pensamiento, que paralizó el más mínimo respiro; sombra incierta e indeseada, clavada y abierta en la herida de aquello que, si bien intentado, nunca tuvo claro su destino. 

El gigante vino a por mí e, impertérrito, alzó su voz amenazante para bramar:

—Aquí estoy. Soy Olvido —. Las lágrimas se agotaron, se durmieron los esfuerzos en el abrazo de un imposible tan deseado como difícil de alcanzar—. Aquí estoy; soy tu olvido.

Las palabras resonaron como mareas en lo profundo del corazón. El eco inundó el espacio vacío y, como única respuesta, éste devolvió olvido. Olvido de lo dicho, de lo callado hasta el último instante por no hablar, ese instante decisivo, el más importante, el que conduce —cómo no— al olvido.

—Nadie muere por esto, como nadie vive de recuerdos. Así que, aquí estoy. Soy Olvido.

Tras estas frases, el mundo oscuro e interior se incendió y los recuerdos de lo imposible, de lo sagrado, cayeron desde el cielo en que se conservaban, convertidos ahora en ceniza, carbonizados ante el paso del tiempo y el echar de menos. El gigante hizo un leve movimiento y, en lo que dura un segundo, comenzó a caminar. La sombra, reptante en suave obediencia, siguió al monstruo como sorda, como ciega, contenta ya de haber cumplido. 

La luz se abrió paso entre los resquicios de oscuridad dejados por aquella aparición e iluminó el paisaje acostumbrado, las canciones de siempre. Pero algo hubo distinto, algún elemento que, por el simple hecho de no haber existido, lo hacía todo diferente. 

En la soledad de la ausencia del gigante, tras el grito de conciencia de olvido inevitable, miles de marcas de aquel suelo tan pateado, miles de huellas de antiguos recuerdos, se habían borrado de un plumazo, dejadas al olvido como algo ajeno. Desapareció la magia y así lo hizo lo recordado, fundidos ambos en una oscuridad tan ausente como inaccesible, enterrados bien juntos en el profundo olvido, en el fondo de los intentos.

Y así, perdido el gigante y olvidado el pasado, el paisaje se iluminó de nuevo a pesar de la falta de tantas imágenes y tantos recuerdos. Y así, el camino apareció brillante, siempre adelante; aunque nunca desaparecería la falta de aquellos sentimientos."

viernes, 17 de julio de 2015

LÍNEAS

"Las líneas de luz se atraen de noche. Se mezclan, se tocan, se encuentran, cruzadas y mezcladas en un mar de movimiento. Los haces ondulan y se mueven suavemente, arrastrados por un magnetismo extraño que sólo alcanza a conocer las intenciones más profundas, más accidentadas y surgidas por casualidad. Objetivos caducos que hacen que la energía fluya en una misma dirección, en un sólo momento. 

Las luces se mezclan y diluyen. Los cuerpos,movidos como por magia, se acercan y separan en un soplo de entre inercia y decisión. Estas luces, testigos inertes, impasibles e imparciales del momento, acompasan el moverse de tanto caos premeditado. Porque caos, al fin y al cabo, termina en un acto definido.

Las líneas, tal cual se acercaron segundos antes, se separan en un mar de distancias infinitas en la proximidad de unos centímetros, simplemente pensadas y concebidas en el final de un instante. Los colores, rasgos inherentes de la belleza que se crea, se diluyen en el mar de sentimientos que pocos aprecian, que solamente unos ojos ausentes y perdidos acaban por conocer.

Y al final, luces,líneas y colores, todo se convierte en el mejor escenario pensado, en el único elemento que existirá, en el cerco de la vida, del todo, de la nada... De lo que existe y siempre así será."

miércoles, 1 de julio de 2015

LA NIEBLA

"Vino la niebla; y con ella, la oscuridad intensa, de la que se infiltra en los pulmones y no deja respirar. Vino una niebla tan espesa que las luces desaparecieron tragadas por un hueco en el fondo del no saber. No saber si hacer, si dejar, si correr, si abrazar... Y, así, el miedo a perder lo no ganado, lo encontrado por casualidad cuando el mundo estaba iluminado. Pero es que era esa luz... Esa luz única que surgió de repente para emborronar el pasado y aclarar un futuro en el que aún no se había podido pensar. Aunque sí: las imágenes ya habían nacido en un recoveco de la esperanza. 

Se hizo la bruma que colapsó los ojos de quien se sentía expectante, ansioso por seguir hacia un resplandor que, poco a poco, se dejaba de ver. Se hizo, y tan fuerte, que los nervios saltaron en un tono autoritario que obligaba a la desesperación. Un tono tan desconocido como inapropiado, a pesar de los tumbos de un corazón perdido. Un tono que, aun con la intención de acercar el futuro, de mejorar el presente, de preocuparse por la existencia de alguien más, hirió e hizo mella en la piel más sensible, esa que se alejaba con ritmo lento de ese sentir que luego resultaría compartido. Pero tarde... 

La bruma de un nervio tan poco de acero, tan vibrante ante el miedo de la no existencia de su deseo que se agitó en la inconsistencia de haber encontrado el camino oculto, el codiciado, aquel que llevase a un futuro tan brillante como soñado. 

Se hizo la niebla y oscureció el mundo que había tocado el sol. Se hizo, y tan de repente que las huellas de un pasado lejano, de un futuro no predecido y apenas meditado, se hundieron en la oscuridad de un "que pase el tiempo". Se hizo y consumió un aire que ni se había pensado, que no podría existir... 

Y hoy, como muesca inevitable de aquella oscuridad indeseada, se abre el abismo del tiempo. Se congelan los sentimientos más inesperados y se guardan, como una canción en stand by a la espera de sonar. Y hoy, como deseo inamovible en una vida de tumbos y sorpresas, de desastres bien traídos, quedará la luz que taparon las tinieblas, brillando al fondo de una habitación oscura en que de pronto todo resplandecerá. 

Esperaremos el momento en que se alce el viento, en que la brisa de un no saber qué vendrá, de un esperar lo ya sentido, traiga de nuevo unos minutos preciosos en que todo se conocerá otra vez, en que quizá se parta de cero. Llegará ese instante tan esperado como ahora querido aquí mismo. O no, quizá no llegue y quede solamente una luz furtiva a las notas de una canción desacompasadas con tanto sentimiento. 

Pero llegará algo, aunque no se pueda imaginar. Llegaremos a un momento precioso, libre de humos, de nervios que enturbien la visión, tan libres como fuimos en un momento dorado en que solamente unos minutos fueron capaces de iluminar una vida entera. 

Llegará lo que tenga que llegar, y quedaré esperando con una sonrisa imborrable, furtiva en algún momento de incertidumbre y soledad, pero llegará. Y aquí estaremos, sentados en el porche de una noche tan ilusionante como la primera, esperando al tiempo por decidirse, por saber si algún día volverá. 

La espera, dulce y amarga, despiadada a la vez que misericordiosa, abrigará las noches de verano, de un verano que siempre acaba de empezar. Y aquí, sentados en el umbral de algo inconcebible, nos encontrará el tiempo, sonriendo siempre hasta que llegue el final."

jueves, 25 de junio de 2015

ALGÚN DÍA

"Algún día vendrán luces nuevas. Los brillos de esta oscuridad inesperada, salida de lo más profundo de un corazón perdido, serán el único elemento que pueble los rincones que nunca se debieron curbrir de telarañas. El aire, renovado desde el vicio del no saber qué no sentir, moverá lo más interior para descubrirlo en un paisaje recién encontrado, ausente en la casualidad de un reencuentro que no tiene nada de conocido ni de practicado.

Algún día, sea cercano o aún por encontrar en el fluir de un sentimiento nada meditado, moverá el aire y dejará un viento inclemente que aleje lo malo conocido, que intente el contacto de lo mejor por conocer. Sea cierto o ilusión, llegará el momento del reencuentro entre lo esperado y el deseo, fundidos en un ser que nunca ha sabido, ni ahora mismo, unidos en sea lo que dios quiera, esperando los cambios de una nueva sensación.

Algún día nos veremos convertidos no en verdugo de libertad y olvido, no como quien no espera nada y algo quiere encontrar; nos veremos como ojos que se miran desde el no existir del tiempo, desde la perspectiva de un siempre escondido, encontrado poco a poco y por pura casualidad. 

Algún día volverán los tiempos de cinco minutos en que se descubre la historia, una nueva e inconcebible, llena de retazos de casualidad. Pero casualidad es algo que no cabe desde el punto de vista del ser siempre y de lo no pensado, casualidad incoherente que obliga a sentir lo no sentido, a imaginar lo que se debería y a aceptar lo que pueda ser.

Algún día, todo se cerrará en un sólo momento y el aire no importará, y no importará nada. Algún día todo será tan perfecto, que nunca más se podrá olvidar."

miércoles, 24 de junio de 2015

EL SONIDO DEL SILENCIO

"Hoy, entre un paisaje inesperado, perdido en el efecto del tiempo y la falta de visión, me rodea un sonido incandescente que, venido del origen más profundo, me me lleva a lugares tan desconocidos como comunes. El aire, que huele tan distinto desde este trozo de madera, transporta voces que cambian, que se cuentan, que sonríen... Y en un vuelo mágico se pierden y dejan paso a las que vendrán.

Hoy, convertido en los sonidos de una vida entera, puedo saber que el ayer siempre estará ahí, marcando tanto desatino y todo lo demás. Hoy, sonando en el silencio, la música se vuelve palpable casi hasta rozar la piel. Hoy, sentado en la soledad de la compañía, empeñado en desterrar este no sonar que ensordece, puedo fundir presente y pasado, lo que existe y lo que no, y dejar que el tiempo sea tiempo, que la luz venga y vaya, que ilumine y me suma en la oscuridad. 

Y es que hoy, el sonido de las lágrimas cantadas por otros, el sonido de lo callado bajo la apariencia de la alegría, me demuestra que todo esta ahí, que el orden no desaparece, que todo será, es y ha sido, como debe ser siempre."

martes, 23 de junio de 2015

AL FINAL DEL TIEMPO

"El tiempo se olvida, al fin y al cabo lo hemos inventado nosotros. El tiempo, como un fluir extraño e impredecible, se pierde en un vórtice imposible de calcular. El tiempo, arena que se escapa en un agujero sin fondo, se olvida al final del tiempo mismo casi sin poderse evitar.


Perdidos, dos se buscan en mitad del silencio. Dos, como uno sólo que partido por la mitad se separa en el mismo ímpetu de reencontrarse. Así, cada vez más lejos, la mitad deja al uno, y el otro se convierte en ajena mitad.


La calma, tan necesaria como increíble, sumida en una bruma de la que algún día despertaremos, inunda cada poro de la piel cansada y resentida, esa piel que el sol quemó en un deseo ferviente de contacto. Esa calma... Esa calma tan aceitosa que el aire, empastado del recuerdo más involuntario, se convierte en un humo muy difícil de respirar. Pero se respira; se respira y se queda adentro, en cada fibra, en cada parte del ser único, y se disfruta como solamente se puede disfrutar aquello que te destruye. Esa calma... Ese silencio que lo invade todo e invita a pensar.


Y un segundo, ese segundo tan intenso, tan cambiante y de ojos abiertos, se prolonga una eternidad inmensa, oscura, silenciosa, en calma y ajena a todo. Una oscuridad que, abrazando todo aquello que destruye su tejido, se llena por el contrario de brillos tan intensos que es imposible dirigirles la mirada. Mirada... Una mirada cansada de la repetición de lo aparente, ávida de esa oscuridad que llena de reflejos la memoria, que fuerza a destruir para luego crear.


Se acaba todo y llega el silencio. Se acaba el momento y empieza la hora de volver a sentir que es momento de empezar."

sábado, 24 de enero de 2015

TODO EMPEZARÁ

"Tanto tiempo esperando, tantos segundos consumidos en el principio de una canción... Y los acordes vuelven a sonar. Nota a nota, me veo más en mi interior. Largos silencios de ausencias perfectamente definidas llevan al saber estar de una melodía única. Y, así, al rasgo de la vida, el ritmo se acelera y comienza la emoción. 

Noches de soledad ahogada en cerveza y ritmos perdidos en un mar que no es de dos, que es solamente uno y que brilla por la ausencia de quien debería ser el sol. Noches camufladas de euforia y sentimiento que se funden en lo oscuro del brillo de unos ojos, del espacio entre los dos.

Y, así, poco a poco y en silencio, la música vuelve a hacerse interior. Una melodía inconexa que, por sorpresa, me enlaza con todo lo anterior. Nadie es nada; nada es nada alrededor. Una muestra del pasado, un acercamiento entre los dos. Y es que, aunque no lo parezca, esto podría ser una llamada de auxilio, de alguien y de algún corazón. Esto, aunque no lo parezca, es un universo escondido y brillante que se extiende, de nuevo, entre los dos. Y esto, aunque ni yo lo quiera, es el principio de un recuerdo de lo que nunca fuiste tú, de lo que tampoco he sido yo. 

Ya está bien de servidumbre autoimpuesta, de fachada de indulgencia y comprensión. El mundo se llena de miradas indiscretas, indiferentes, y únicamente cargadas de una intención trasnochada y viciada, ausente del deseo más puro, del más secreto rincón.

Y, entre tanto, unas luces de una noche tan deseada como ficticia, como ficticia fuera aquella otra conversación de invierno en un lugar prohibido pero, al fin y al cabo, en un rincón. Y, entre tanto, unas flores de vivos colores que adornaron entonces cada oscuro espacio interior. Una ficción increíble, descrita y olvidada en unas hojas mal encuadernadas que quedarán perdidas en alguna habitación.

Pero todo pasa y las flores que se secan quedan guardadas, en un marco, colgadas de las paredes de una casa abandonada, dejada a la suerte del tiempo que quisiera venir. A la suerte del adiós...

Y, si "adiós" es por principio, al final únicamente seré yo. Y, si "adiós" es lo adecuado, dejarían de existir imágenes reflejadas en mil y un puntos de mi interior. Y, si es así lo que conviene, no existirás nunca más, ni en imagen, ni en recuerdo, ni tan siquiera en intención. 

De intenciones, precisamente, se nutrió la vida largo tiempo; de intenciones tan obligadas como por gusto, que dieron combustible a un mundo privado y desconocido del resto, de los demás. Pero el fuego se hizo el amo y todo ardió y quedó completamente calcinado. Así tenía que ser. El resto del mundo, de esa porción de belleza que escapaba a la simple vista de la imaginación, por real, quedaba inerte bajo el fuego de unos ojos nuevos, de una mirada aprendida, de la apariencia de un amor.

Pero no. Que rompa el odio y todo muera alrededor. Si no pude tener el objeto de mi deseo, de tantas noches de espera y desesperación... Que rompa el odio. Que rompa, que nada más he conseguido hacer con el corazón. Ni bosques de piedra, ni la fantasía de lo evocado en tantas noches de perseguir sueños.

Por ello, todo muere o se fosiliza en el recuerdo de aquello que se sintió, perdido en primera instancia y recuperado más tarde en una ilusión. Porque ilusión es, al fin y al cabo, aquello de por un casual rozar esos labios, de dejar la huella de un simple "qué se yo...". Ilusión, después de todo, cuando el mundo se funde y desaparece al ver esa silueta alrededor. Pero te olvidaré, no pasa nada. Olvido como recurso al no hacer caso, al sentirse ignorado a pesar de intentar lo posible, de no cejar en el empeño, de conseguir que abras los ojos a todo aquello tan oculto, tan extraño... a todo aquello que soy yo.

Aunque es cierto que estas luces que veo, reflejos de yo qué sé, no son más que ilusiones de otra posibilidad, de otro mundo tan sumamente distinto en el que, quizá, no haya hueco para que esté yo.

Y, al fin y al cabo, las cosas se terminan, como termina la paciencia. Los monstruos se agolpan en la entrada de la vida y, si bien quise y necesité dejarlos entrar y dictar cada segundo, ya no son bienvenidos y harían bien en quedarse afuera. Y, si afuera debe estar tu mirada, ahí quedará convertida en otro monstruo más, en ser extraño sin permiso que no  volverá a entrar.

Pienso incendiar campos, dejar tierra yerma alrededor para matar tanta mala hierba, que pobló rincones, incluso praderas, pero que siempre dificultó la comprensión. Arderán lugares escondidos y, con ellos, las musas del pasado. Voy a hacer quemar toda la historia para, como un fénix de humo y sangre, volver a todo como una nueva oportunidad, olvidando lo ocurrido, todo lo anterior. Si no entra, no entra; que muera. Que muera si no voy a ser yo.

Todo empezará de nuevo sin nadie, con el olvido, con la tristeza que da paso a una alegría posterior. Todo empezará, en un futuro, cuando haya enterrado este presente de esfuerzo inútil y obstinación. Todo empezará, y estoy seguro, cuando olvide que ni tú eres tú, ni yo soy yo."

domingo, 4 de enero de 2015

UN AÑO MÁS

Este último año de 2014 he tenido el blog algo descuidado; hay meses en que no he publicado absolutamente nada, pero no ha sido por falta de ganas, sino por falta de tiempo, a pesar de que he intentado encontrar el momento para escribir ciertas cosas, que aquí han quedado. En fotografía tampoco es que haya mucho, que digamos, pero si escribir es complicado sin tiempo (y normalmente necesito más o menos media hora para hacer un texto corto de los que acostumbro), ir a hacer fotos al campo o donde sea se convierte en algo que hay que planear muy bien.

La razón de toda esta falta de tiempo es la cantidad de cosas en que me he metido este año pasado, casi desde enero. Por una parte, no he dejado de traducir (espero que pronto pueda dejar en el blog enlaces a los libros ya acabados). Y esta actividad de cambiar palabritas me ha llevado a otro proyecto: participar en el rodaje y de un documental. Pronto será el estreno y promete ser algo bastante especial. La película trata sobre Joan Castejón, un gran pintor y escultor, a mi juicio, que también ha ilustrado uno de los libros que he traducido. Hacer cosas siempre nos lleva a hacer más cosas... Y se me olvidaba que también he publicado un par de artículos en una revista nueva, qué memoria.

Me pareció una gran coincidencia llegar a conocer a este artista precisamente en 2014. La razón, que a principios de año (en enero justamente) decidí que era hora de aprender a dibujar. Me apetecía. El caso es que un día me compré unos lápices de distintos calibres (¿se dirá así?) y empezar a probar sin más. Tengo que decir que siempre he sido un poco inútil para el dibujo o la pintura, un maestro del colegio se encargó bien de que me quedara claro en cierto momento... Y, bueno, probando y probando, y pensando en lo que quería conseguir y en cómo hacerlo desde mi falta de conocimientos, llegué a esto:



Esta cara fue apenas el tercer dibujo que hice, y el primero en el que estuve más de una hora dándole al lápiz; quince, fueron concretamente las horas que rondaron hasta que acabé. No es que sea perfecto, pero me sorprendió haber dibujado algo así, yo que siempre he estado "frustrado" porque mi imaginación tiene poco de visual, veo más conceptos que formas, por así decir.

Fue una gran satisfacción porque, si bien siempre me ha dado envidia (sana) la gente que dibuja bien, además recuperaba un recuerdo de cuando era un niño. Mi abuelo pintaba unos cuadros que siempre me han encantado, y ninguno de sus nietos heredamos esa habilidad. Yo le pedí que me enseñara a hacer tallas de madera, también preciosas las que hizo, desde mesas a juegos de ajedrez o rostros, pero la pintura se quedó pendiente. Después de unos veinte años, quizá más, he conseguido algo que quería desde pequeño, y además sin entender cómo, así, de repente...

Pero esto me ha llevado a pensar de una forma que no había hecho hasta ahora, y es en la manera de hacer las cosas y la capacidad que tiene el ser humano de aprender, en lo que hace falta y, en definitiva, en la actitud. Y es que creo, ahora, que aprender es actitud, y que todos somos prácticamente iguales cuando nacemos (con muchas excepciones, claro), y por ello disponemos de las mismas capacidades, groso modo. Entonces, lo que hace que una persona sea capaz de desarrollar unos conocimientos o de simplemente adquirirlos ya no es el hardware con el que viene, sino la forma de utilizarlo. Como he dicho, tengo una mente más conceptual que visual, por lo que tengo más facilidad para aprender conceptos que recordar formas, por ejemplo; me quedo con la historia de la película, no con la escenografía, la fotografía o la banda sonora. Así, una persona que entienda muy bien lo gráfico, verá más fácil aprender las cosas con dibujos, con esquemas y con la información bien estructurada, quizá. 

En resumen, cada uno tiene una mente y, mucho más importante, una forma de ver las cosas. Lo que hay que hacer (en cuanto a los maestros) es explicar los conocimientos de acuerdo a quien los vaya a recibir; en cuanto a uno mismo, hay que encontrar la forma en que más rápido y con más calidad se pueda aprender algo. Y esto, al fin y al cabo, pasa por la actitud que se tenga, por pensar que todos somos iguales y si alguien puede hacer algo, yo también; sólo hay que buscar la manera y no pensar antes de tiempo que no se puede hacer. El NO es una palabra muy peligrosa. Para subir una escalera hay que ir escalón a escalón, no se puede de un salto, todo es averiguar cómo se sube un escalón.

Con esta forma de pensar, intenté enseñar a dibujar a algunas niñas del cole donde trabajo (los niños pasaban del tema), y una de las que decía que no sabía dibujar, de repente dejó de decirlo e hizo esto, copiando otro dibujo mío:


Yo no toqué el dibujo, aunque claro que le dí consejos que yo creía adecuados. La niña, de diez años, acabó sintiéndose rara porque cuando le decían que dibujaba muy bien, le parecía que no era a ella, que no había dibujado nunca algo así. Cambió la actitud y, de no dibujar por pensar que no sabía, empezó a probar lápices, intentó hacer cosas con carboncillo, difuminos, colores... Cambió un "no" por un "me da igual y voy a probar".


En fin, solamente quería hacer un poco de balance sobre el 2014, ya que la actividad por aquí... Pero he estado haciendo cosas, y muchas. Y este año espero que la cosa vaya a más y que se materialicen otros proyectos que llevo detrás: que se editen las traducciones, hacer un videojuego, diseñar aplicaciones para móviles, grabar un disco y aprender a tocar la flauta travesera. Veremos lo que puedo acabar de ahí, que cuando me paro a pensar, poco no es.

Feliz año y que el 2015 sea especial, por el motivo que sea... Y gracias a quienes seguís pasando por aquí de vez en cuando después de siete años ya, que se dice pronto.