martes, 26 de enero de 2016

CIELO NEGRO

"Todo llega. En un momento u otro, algún tipo de fuerza atrae el mundo a sus pies y lo constriñe tanto que, inevitablemente, se precipita en si mismo y se gira del revés. El cielo se invierte en una noche perpetua, no importa la hora, en una superficie negra y aterciopelada que lo cubre todo. Esta vez no habrá muros de cristal que dejen imágenes traslúcidas de lo que es otra realidad solamente compartida en ocasiones. No, esta vez será distinto y desaparecerá todo: desaparecerán miradas, desaparecerán gestos, desaparecerán calles y hasta la falta de aliento al caminar; desaparecerán los recuerdos de pasados sin futuro y cejarán en su empeño las ilusiones de lo inabarcable. Desaparecerán las trazas de lo inventado para resurgir como llamas de algo nuevo y eterno.

Este cielo azabache, inclemente a la presencia de luz, tragada toda, no hará sino imprimir en la tierra la oscuridad necesaria para que el suelo se enfríe, para que aire se hiele y así detenga ese ritmo insoportable de pensamientos que vienen y van. Todo se cubrirá de la transparente escarcha de no ser su momento y ahí, en un recoveco de un interior en expansión, quedará todo guardado hasta nuevo aviso. Bajo este cielo negro que sobreviene ante la falta de algo que no se concreta, el tiempo acabará detenido siempre en el segundo justo, vencido a la inercia de no continuar, de dejar ese empeño de siempre más y más. Bajo este cielo, todo olvidará su función.

Aún así, ese cielo negro como de canción inexplicable no vendrá sólo. Con la falta de luz y el invierno del todo, se abren las puertas a la primavera más interior, de raros seres y extraña vegetación. Primavera de sonidos nuevos y claros, de sonidos nuevos y también distorsionados, de cadencias que acaban siempre en un silencio tan justo... Aún en la oscuridad, o precisamente gracias a ella, una vida diferente cobrará forma, escondida ante el exceso de luz de un mundo tan estridente y lleno de humo.

Aún bajo el negro del espacio, del rincón encontrado cada cierto tiempo, todo está bien. Crecerá el musgo de nuevos pensamientos y acabará floreciendo la intención más cuidada; nacerán nuevos ríos que rompan tierras resecas de años sin cuidar, de estas tierras mal labradas que, sin embargo, florecerán de nuevo en este tiempo de oscuridad."

sábado, 23 de enero de 2016

DE AQUÍ A LA ETERNIDAD

"De aquí a la eternidad hay poco, tan sólo unos centímetros entre plato y plato. El tiempo, tan distendido en el espacio, se alarga en las palabras que quedan en el aire momentos antes de morir, o nacer. Hasta la eternidad siempre mientras un sentimiento se obsesione con seguir adelante, con el más leve movimiento de unos párpados que miran indefectibles en otra dirección.

Hasta la eternidad siempre. Siempre y todo aún cuando la mano del respaldo de esa silla se alejaba involuntaria ante la cercanía de otra, extraña. Cómo decir en ese momento... Simple tacto impertérrito en busca de una conexión inexistente. Y, si es por tacto, es por ti; por un movimiento en avanzada que acerque la mirada más distante. Y, si es por distante, es por ti, por no haberte conocido nunca, por ser el reflejo de lo escrito, aquella a la que tanta veces le hablé sin haber existido. Si es por eterno, es por mi, por los silencios que dejan miradas buscadas al menos de una parte.

De aquí a la eternidad sólo hay un paso. Y ese, tan poco pensado como presente en los deseos, crece y se hace hueco en una memoria aún no vivida, aún en cadencia de aquello que se desea experimentar. De aquí a la eternidad, y todo con un gin tonic, ahogados los recuerdos de un pasado inexistente en un presente inestable que acaba de empezar a cenar. Y después...

El después es el misterio de una calle empedrada del más duro silencio,de ocurrencias a destiempo que intentan brillar en tu camino a casa. El después, tras unos pasos mal dados al calor de un sol que hoy alumbra, se transforma en un ahora de noches de luna impertérrita, de ausencias y recuerdos, de pasos encaminados hacia un futuro que no se sabe donde estará. 

El presente, mal vendido ante la ausencia de emoción, se arremolina ante los ojos de un destino no buscado, perdido entre las pestañas de lo desconocido, tan cercano como ausente en esta noche en que la calle se hizo corta, en que el tiempo se hizo corto, en que todo se resumió en una sonrisa y un leve contacto en el respaldo de es la silla que, desde hoy, recordará las traza de tu olor."

domingo, 17 de enero de 2016

TIEMPO

"De una cara alegre, de ojos abiertos y pelo recogido como nunca antes había visto, surgieron de repente las ideas de un sueño que hilaría cuentos nunca antes escritos. De un segundo ante un puerta abierta, el leve girar antes de salir, ese instinto que obliga a mirar por si hay alguien ahí... De un vistazo sin apenas pretenderlo, de un inevitable movimiento en el curso de algo todavía no inventado...

De esos cuentos nunca escritos, de todas esas palabras que aún no se han juntado, solamente el tiempo decidirá la existencia. Mientras tanto, sentado en el borde de una idea, el pensamiento, paciente, tranquilo, sereno... espera."

miércoles, 13 de enero de 2016

LA VELA

"La vela se ha apagado. Esta noche, frente al relente de una ventana abierta nadie sabe hacia adónde, la brisa que entraba y mecía las cortinas de una imaginación incompleta se han agitado en movimiento imperceptible que, con un soplo mal querido, han acabado con la llama de la única vela de la habitación. Fuera llama y fuera luz, fuera todo lo que no cabía en un espacio tan reducido que se abrió al resplandor de una bujía candente que iluminaba un interior desordenado y poco cuidado con el tiempo. Una brisa tan suave, tan pasada por alto, que lentamente y a pesar del esfuerzo por mantener el fuego, brizna a brizna consumió el brillo que mantenía viva la habitación.

Se apagó la vela y llegó la oscuridad de un modo que nadie se esperaba. Entumeció mentes y dejó cualquier movimiento como un leve recuerdo de algo sucedido; se apagó y todo volvió a una oscuridad fría pero cómoda. Después de todo, siempre han acabado por extinguirse las luces que convertían la noche en día, si bien los días han muerto en atardeceres despiadados con el único motivo de volver a nacer. Con un suspiro y un leve aroma a humo, dulce y asfixiante, la realidad de lo encendido tiempo atrás llegó a su fin. Una noche cualquiera, con todas las estrellas de fondo, testigos mudos inapagables de aquello que atinaba a suceder; desde un principio hasta un final más, las notas del movimiento ondulante de la llama se tornaron cada vez más nerviosas. ¿Cómo mantenerla encendida si ya se apagaba?

La luz de la vela dejó paso a todo aquello que solamente es visible sin la luz de la realidad, a todo aquello que cobra vida bajo el atisbo de la imaginación y de un esperar algo nuevo. El calor se esfumó en leves trazas de recuerdo de algo quemado de tanto arder. Un resplandor que moría en pro de todos los nuevos que habrían de nacer. Pero moría, y eso a la vela le era inevitable. Muy a pesar suyo, la luz se extinguiría y dejarían de verse los ojos que miraban fijos, atentos a cada detalle, lo que ocurría en la escena más deseada a la que aquel halo dorado pudiese dar contexto. Se iba, perdida ya en un bienestar que escapaba al pasado. Se marchaba y eso era inevitable.

La luz de la vela se apagó. En un mundo a oscuras, aquella barra de cera dejó de brillar de forma consciente, de forma inevitable, pues el tiempo pasa y no perdona, ni concede, no condena ni castiga; un tiempo que, indiferente, sólo ofrece lo mejor que se pueda encontrar. Lo mejor que, dicho de otra forma, bien pudiera ser la separación de fuego y vela, no llegase de improviso el caso en que uno consumiese a la otra; o viceversa, que una no resultase suficiente para tanta cera.

El caso es que la luz se fue y todo quedó a oscuras. En una falta de claridad que albergaba la pausa de lo vivido, la permanencia de aquél recuerdo, las ganas de lo querido y las consecuencias de tanto tiempo, dos ojos se cerraron al presente, como habitantes de un mundo eterno que esperasen que todo llegara, fuese ahora lo adecuado, aunque siempre a destiempo. Se cerraron a falta de la luz del invierno, de un día nublado, un día en que la llama de la vela empezó, sin remedio, a ver el fuego de su mecha consumido y apagado.

Y así, consumido el brillo del mundo, esperaremos una nueva chispa que ilumine el cielo."